"En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...." Así comienza la obra literaria española más universal e incluso para aquellos alumnos/as que en la escuela no prestaban demasiada atención a las explicaciones de sus maestros, identifican estas palabras con la obra del Quijote. Un "loco" que se lanzó a recorrer los caminos de las tierras castellanas para resolver entuertos y fechorías, y embriagados por ese toque de locura que hace más llevadera esta vida nos lanzamos tras sus pasos.
Este pasado fin de semana hemos continuado con la tónica de este verano de hacer escapadas en moto ya que por motivos laborales de mi señora nos ha sido imposible marcharnos una semana de forma continua. No me quejo ya que me está dando la oportunidad de conocer lugares interesantes y que no quedan especialmente lejos de Lantejuela. Hasta el viernes por la noche estuvimos toda la semana planteándonos hacia donde dirigirnos en esta ocasión, pero todas las posibilidades nos dirigían hacia el Este, llevándose todas las papeletas la zona oriental de Almería. Lamentablemente el viernes por la noche vimos en las noticias sobre el tiempo que todo el este estaría bajo la influencia de tormentas que en algunos casos podrían ser fuertes, y como mojarme por mojarme nunca me ha gustado demasiado empezamos a plantearnos otro destino. No fue difícil elegir la verdad. Por un lado llevaba tiempo queriendo visitar una localidad manchega que venía en un libro que me compré hace unos años sobre los pueblos más bonitos de España y Villanueva de los Infantes era uno de los elegidos en esta comunidad autónoma. Por otro lado, cuando vi las fotos de las Lagunas de Ruidera, que iba mandando por wassap mi amigo José "Muni" me entraron muchas ganas de verlas en vivo y así que la idea estaba clara, pero para hacer un poco más divertido el camino de ascenso, la idea era volver a subir por la nacional que une Montoro con Puertollano.
Una vez más nos pusimos en marcha a las 7:00am (no sé como mi novia me aguanta) en dirección Montoro por la A-92, sintiendo el frescor de la mañana y sin apenas tráfico en la circunvalación de Córdoba. Al comenzar a subir hacia Cardeña ya llevaba la sonrisa de oreja a oreja mientras iba enlazando curvas abiertas y rápidas en ascenso, pero todo fue pasar de esta localidad y el frescor se tornó en un frío gélido que me hacía temblar las piernas sin poder detenerlas y se me engarrotaron tanto los hombros que se me cogió un tendón del cuello...Al llegar a Fuencaliente hice una parada en una venta de carretera que ya se ha convertido en una parada obligatoria cuando paso por allí y tras tomarnos unos cafelitos bien calientes y unas tostadas el cuerpo volvió a entonarse y a prepararse para continuar la ruta. Una vez que atraviesas Sierra Madrona poco hay que destacar en cuento a las carreteras. Bien de asfalto, anchas y con curvas rápidas y largas, predominando los tramos rápidos, por lo que llegar a Almagro desde Puertollano a través de Aldea del Rey fue bastante rápido. Una vez allí nos dimos una vuelta por la localidad, entramos a visitar el Corral de Comedias llevando una audio-guía a modo de teléfono y por supuesto nos tomamos un refrigerio en su encantadora plaza antes de continuar el camino.
Desde Almagro no tardamos más que unos minutos en llegar a la vecina localidad de Bolaños de Calatrava. Pero tardamos bastante más en encontrar su castillo ya que no está sobre una posición elevada sino que está integrado dentro de la localidad. El guía nos estuvo explicando la historia de esta fortaleza, sus anécdotas sobre los antiguos moradores de la orden Calatrava y nos recomendó la visita a otros castillos de la zona como los de Calatrava la Nueva y Calatrava la Vieja. Tras almorzar unas codornices al ajillo en el Bar Castilla siguiendo su recomendación, salimos de la localidad en dirección Manzanares, donde enlazaríamos la nacional de Albacete para llegar a Ruidera pasando previamente La Solana y Alhambra, que nos enseñó desde la carretera su castillo derruido.
A medida que vas llegando a Ruidera te vas encontrando con las aguas de sus lagunas. Este humedal es el segundo más importante de Europa rivalizando con otro que hay en Croacia. A pesar de que en las fotos parece un lugar solitario y tranquilo, no te dejes engañar. Esta zona está plagado de complejos turísticos y bares para los miles de visitantes que se acercan en verano para disfrutar de sus vistas y para huir de los rigores de los veranos manchegos. Tras recorrer la carretera de las lagunas, entramos en un complejo llamado La Cañada para tomar café. Para nuestra sorpresa no nos cobraron y nos invitaron a bañarnos en su piscina, ya que el encargado es un motorista y este verano tenían la oferta de la primera copa y el baño en la piscina gratis para los motoristas que fueran en moto por supuesto. Tras el café y un poco de conversación, volvimos otra vez sobre nuestros pasos para enlazar una estrecha carretera que nos conduciría hasta Villanueva de los Infantes.
Al llegar a Villanueva de los Infantes, nos acercamos hasta el centro del pueblo para tomarnos algo y de paso preguntar por un lugar bueno, bonito y barato donde pasar la noche...Todos a los que preguntamos nos recomendaron el Hostal La Gavilla, muy cerca de la gasolinera que hay en la salida hacia Villahermosa. Allí nos atendió Jesús que además de ser un buen gerente hizo el papel de guía de forma excepcional, dándonos detallada información sobre la localidad y los alrededores. Por 50€ teníamos una habitación abuardillada, con ducha de hidromasaje y desayuno por la mañana. Nos recomendaron que no tardáramos mucho en buscar un lugar para cenar porque el pueblo estaba de romería y seguramente se quedaría vacío y sin negocios abiertos. Pero para nuestra grata sorpresa, había muchos turistas en la localidad y algunos bares se quedaron abiertos para alimentarlos y de paso ganar algo de dinero en estos tiempos de crisis. De este modo cenamos queso manchego y chuletas de cordero regados con vinos de la tierra con un marco extraordinario rodeados por los soportales de la Plaza Mayor y con la fachada iluminada de la iglesia de San Andrés, hoy en día cerrada por reformas. Tras la cena, un agradable paseo por la calle Mayor (Calle Cervantes) donde encontramos la Casa del Caballero del Verde Gabán, la Casa de la Pirra o el Convento de la Encarnación, hasta que desembocas en la plaza de San Juan con su Convento de Santo Domingo y el Palacio de Revuelta. Era curioso pasear por calles en las que parecía que el tiempo se había detenido y entretenerse contemplando las fachadas de piedra con los escudos heráldicos de las familias nobles. Pero se iba haciendo tarde y el cansancio del día empezaba a hacer mella, así que decidimos dejar las visitas para el día siguiente.
Al levantarnos, un buen desayuno y nos fuimos de nuevo al centro de la localidad para visitar los lugares que nos habían recomendado. Desgraciadamente por las fiestas, estaba todo cerrado y no pudimos entrar en ninguno de sus monumentos, aunque si accedimos a un par de casas solariegas del siglo XVI que estaban de maravilla. Decepcionados por no haber podido visitar en condiciones esta bonita localidad volvimos al hostal para recoger el equipaje y emprender el camino de vuelta por Manzanares. Allí Jesús nos recomendó algunas paradas para hacer más atractivo el viaje.
Nuestra primera parada fue la plaza Mayor de San Carlos del Valle, que aunque pequeña, bien se podría llevar el título de las más bonitas de Castilla la Mancha. También estaban en fiestas y aprovechamos para tomarnos un refrigerio antes de continuar pues sobrepasábamos las 12:00 del medio día. Desde aquí hasta Valdepeñas tomamos una estrecha carretera llena de curvas entre viñedos por la que pudimos olvidarnos por un rato de las interminables rectas manchegas. Al enlazar con la autovía en dirección Andalucía, teníamos otros destinos para pararnos como la plaza de toros cuadrada de Las Virturdes o El Viso del Marqués, pero viendo que la calor llegaba achuchando con fuerza decidimos continuar bajando para atravesar al menos Despeñaperros (¡Qué decepción me llevé con los viaductos nuevos!¡Esto ya no es Despeñaperros ni es "na"!)Al pasar a tierras andaluzas había que buscar un lugar para comer y el lugar elegido fue la localidad de Baños de la Encina, ya que hace unos años la visité pero me centré principalmente en su precioso castillo-alcazaba, y quería ver otros de sus encantos y acercarme hasta la playa para bañarme o por lo menos descansar las horas fuertes de calor. Pero aquello no nos gustó demasiado y decidimos continuar nuestro camino, debiendo parar cada 50 kms porque el calor era insoportable y el aire casi irrespirable. Y así entre "terribles sufrimientos" llegamos de vuelta a Lantejuela, y tras la ducha, ya estábamos buscando en los mapas todos esos lugares que nos han recomendado como el campo de Montiel o la ermita de Peñarroya, y tantos otros que se nos han quedado atrás. Algún día habrá que volver tras los pasos del Quijote.
Si te preguntas el por qué de esa canción tan moña la respuesta es fácil. Es lo que me cantaba esa espectacular tierra manchega cuando me despedía de ella poniendo rumbo al sur. Sin duda, algún día tendré que regresar a seguir empapándome de tanta belleza y tantas maravillas en esta tierra de vinos y quesos.
Nos vemos en la carretera.