lunes, 19 de agosto de 2013

TRAS LOS PASOS DEL QUIJOTE

"En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...." Así comienza la obra literaria española más universal e incluso para aquellos alumnos/as que en la escuela no prestaban demasiada atención a las explicaciones de sus maestros, identifican estas palabras con la obra del Quijote. Un "loco" que se lanzó a recorrer los caminos de las tierras castellanas para resolver entuertos y fechorías, y embriagados por ese toque de locura que hace más llevadera esta vida nos lanzamos tras sus pasos. 
Este pasado fin de semana hemos continuado con la tónica de este verano de hacer escapadas en moto ya que por motivos laborales de mi señora nos ha sido imposible marcharnos una semana de forma continua. No me quejo ya que me está dando la oportunidad de conocer lugares interesantes y que no quedan especialmente lejos de Lantejuela. Hasta el viernes por la noche estuvimos toda la semana planteándonos hacia donde dirigirnos en esta ocasión, pero todas las posibilidades nos dirigían hacia el Este, llevándose todas las papeletas la zona oriental de Almería. Lamentablemente el viernes por la noche vimos en las noticias sobre el tiempo que todo el este estaría bajo la influencia de tormentas que en algunos casos podrían ser fuertes, y como mojarme por mojarme nunca me ha gustado demasiado empezamos a plantearnos otro destino. No fue difícil elegir la verdad. Por un lado llevaba tiempo queriendo visitar una localidad manchega que venía en un libro que me compré hace unos años sobre los pueblos más bonitos de España y Villanueva de los Infantes era uno de los elegidos en esta comunidad autónoma. Por otro lado, cuando vi las fotos de las Lagunas de Ruidera, que iba mandando por wassap  mi amigo José "Muni" me entraron muchas ganas de verlas en vivo y así que la idea estaba clara, pero para hacer un poco más divertido el camino de ascenso, la idea era volver a subir por la nacional que une Montoro con Puertollano.
Una vez más nos pusimos en marcha a las 7:00am (no sé como mi novia me aguanta) en dirección Montoro por la A-92, sintiendo el frescor de la mañana y sin apenas tráfico en la circunvalación de Córdoba. Al comenzar a subir hacia Cardeña ya llevaba la sonrisa de oreja a oreja mientras iba enlazando curvas abiertas y rápidas en ascenso, pero todo fue pasar de esta localidad y el frescor se tornó en un frío gélido que me hacía temblar las piernas sin poder detenerlas y se me engarrotaron tanto los hombros que se me cogió un tendón del cuello...Al llegar a Fuencaliente hice una parada en una venta de carretera que ya se ha convertido en una parada obligatoria cuando paso por allí y tras tomarnos unos cafelitos bien calientes y unas tostadas el cuerpo volvió a entonarse y a prepararse para continuar la ruta. Una vez que atraviesas Sierra Madrona poco hay que destacar en cuento a las carreteras. Bien de asfalto, anchas y con curvas rápidas y largas, predominando los tramos rápidos, por lo que llegar a Almagro desde Puertollano a través de Aldea del Rey fue bastante rápido. Una vez allí nos dimos una vuelta por la localidad, entramos a visitar el Corral de Comedias llevando una audio-guía a modo de teléfono y por supuesto nos tomamos un refrigerio en su encantadora plaza antes de continuar el camino. 


Desde Almagro no tardamos más que unos minutos en llegar a la vecina localidad de Bolaños de Calatrava. Pero tardamos bastante más en encontrar  su castillo ya que no está sobre una posición elevada sino que está integrado dentro de la localidad. El guía nos estuvo explicando la historia de esta fortaleza, sus anécdotas sobre los antiguos moradores de la orden Calatrava y nos recomendó la visita a otros castillos de la zona como los de Calatrava la Nueva y Calatrava la Vieja. Tras almorzar unas codornices al ajillo en el Bar Castilla siguiendo su recomendación, salimos de la localidad en dirección Manzanares, donde enlazaríamos la nacional de Albacete para llegar a Ruidera pasando previamente La Solana y Alhambra, que nos enseñó desde la carretera su castillo derruido.
A medida que vas llegando a Ruidera te vas encontrando con las aguas de sus lagunas. Este humedal es el segundo más importante de Europa rivalizando con otro que hay en Croacia. A pesar de que en las fotos parece un lugar solitario y tranquilo, no te dejes engañar. Esta zona está plagado de complejos turísticos y bares para los miles de visitantes que se acercan en verano para disfrutar de sus vistas y para huir de los rigores de los veranos manchegos. Tras recorrer la carretera de las lagunas, entramos en un complejo llamado La Cañada para tomar café. Para nuestra sorpresa no nos cobraron  y nos invitaron a bañarnos en su piscina, ya que el encargado es un motorista y este verano tenían la oferta de la primera copa y el baño en la piscina gratis para los motoristas que fueran en moto por supuesto. Tras el café y un poco de conversación, volvimos otra vez sobre nuestros pasos para enlazar una estrecha carretera que nos conduciría hasta Villanueva de los Infantes.
Al llegar a Villanueva de los Infantes, nos acercamos hasta el centro del pueblo para tomarnos algo y de paso preguntar por un lugar bueno, bonito y barato donde pasar la noche...Todos a los que preguntamos nos recomendaron el Hostal La Gavilla, muy cerca de la gasolinera que hay en la salida hacia Villahermosa. Allí nos atendió Jesús que además de ser un buen gerente hizo el papel de guía de forma excepcional, dándonos detallada información sobre la localidad y los alrededores. Por 50€ teníamos una habitación abuardillada, con ducha de hidromasaje y desayuno por la mañana. Nos recomendaron que no tardáramos mucho en buscar un lugar para cenar porque el pueblo estaba de romería y seguramente se quedaría vacío y sin negocios abiertos. Pero para nuestra grata sorpresa, había muchos turistas en la localidad y algunos bares se quedaron abiertos para alimentarlos y de paso ganar algo de dinero en estos tiempos de crisis. De este modo cenamos queso manchego y chuletas de cordero regados con vinos de la tierra con un marco extraordinario rodeados por los soportales de la Plaza Mayor y con la fachada iluminada de la iglesia de San Andrés, hoy en día cerrada por reformas. Tras la cena, un agradable paseo por la calle Mayor (Calle Cervantes) donde encontramos la Casa del Caballero del Verde Gabán, la Casa de la Pirra o el Convento de la Encarnación, hasta que desembocas en la plaza de San Juan con su Convento de Santo Domingo y el Palacio de Revuelta. Era curioso pasear por calles en las que parecía que el tiempo se había detenido y entretenerse contemplando las fachadas de piedra con los escudos heráldicos de las familias nobles. Pero se iba haciendo tarde y el cansancio del día empezaba a hacer mella, así que decidimos dejar las visitas para el día siguiente.
Al levantarnos, un buen desayuno y nos fuimos de nuevo al centro de la localidad para visitar los lugares que nos habían recomendado. Desgraciadamente por las fiestas, estaba todo cerrado y no pudimos entrar en ninguno de sus monumentos, aunque si accedimos a un par de casas solariegas del siglo XVI que estaban de maravilla. Decepcionados por no haber podido visitar en condiciones esta bonita localidad volvimos al hostal para recoger el equipaje y emprender el camino de vuelta por Manzanares. Allí Jesús nos recomendó algunas paradas para hacer más atractivo el viaje.
 Nuestra primera parada fue la plaza Mayor de San Carlos del Valle, que aunque pequeña, bien se podría llevar el título de las más bonitas de Castilla la Mancha. También estaban en fiestas y aprovechamos para tomarnos un refrigerio antes de continuar pues sobrepasábamos las 12:00 del medio día. Desde aquí hasta Valdepeñas tomamos una estrecha carretera llena de curvas entre viñedos por la que pudimos olvidarnos por un rato de las interminables rectas manchegas. Al enlazar con la autovía en dirección Andalucía, teníamos otros destinos para pararnos como la plaza de toros cuadrada de Las Virturdes o El Viso del Marqués, pero viendo que la calor llegaba achuchando con fuerza decidimos continuar bajando para atravesar al menos Despeñaperros (¡Qué decepción me llevé con los viaductos nuevos!¡Esto ya no es Despeñaperros ni es "na"!)
 Al pasar a tierras andaluzas había que buscar un lugar para comer y el lugar elegido fue la localidad de Baños de la Encina, ya que hace unos años la visité pero me centré principalmente en su precioso castillo-alcazaba, y quería ver otros de sus encantos y acercarme hasta la playa para bañarme o por lo menos descansar las horas fuertes de calor. Pero aquello no nos gustó demasiado y decidimos continuar nuestro camino, debiendo parar cada 50 kms porque el calor era insoportable y el aire casi irrespirable. Y así entre "terribles sufrimientos" llegamos de vuelta a Lantejuela, y tras la ducha, ya estábamos buscando en los mapas todos esos lugares que nos han recomendado como el campo de Montiel o la ermita de Peñarroya, y tantos otros que se nos han quedado atrás. Algún día habrá que volver tras los pasos del Quijote.
Si te preguntas el por qué de esa canción tan moña la respuesta es fácil. Es lo que me cantaba esa espectacular tierra manchega cuando me despedía de ella poniendo rumbo al sur. Sin duda, algún día tendré que regresar a seguir empapándome de tanta belleza y tantas maravillas en esta tierra de vinos y quesos.
Nos vemos en la carretera.

RUTA AL CASTILLO DE TEBA


Hace aproximadamente una semana improvisamos una pequeña ruta mañanera en la que volvimos a enfundarnos nuestras armaduras de caballeros... Recuerdo que llevaba toda la semana un poco apático con respecto a salir ese fin de semana en moto, pero el viernes el wasssaph del grupo de salidas en moto empezó a sonar. El personal tenía ganas de dar una vuelta pero no se ponían de acuerdo hacia donde salir. Al final se llegó al acuerdo de hacer lo más recorrido en estos casos, cuando por motivos laborales o familiares a las 14:00 hay volver a casa: desayunar en "El Chorro". Es una ruta rápida, que te permite disfrutar de la conducción en moto y de paisajes plagados de encanto. Cuando vi que algunos de los "hermanos" con los que hacía tiempo que no rodaba se habían animado a salir fue la excusa perfecta para animarme yo también a rodar con el grupo.
A las 9:30 "larguitas" salía la comitiva desde el punto de encuentro habitual en Osuna en dirección a Martín de la Jara para continuar por el recorrido habitual de Sierra de Yeguas y Campillos. Llegados al Chorro, lo primero fue buscar una mesa larga en El Kiosko para desayunar mientras volvíamos a contar las viejas batallitas de siempre, a la par que disfrutábamos de las vistas de las aguas del embalse.
Después del desayuno tocaba regresar, pero ya previamente habíamos acordado hacer una pequeña parada en el castillo de la Estrella de Teba. La mitad del grupo se separó ya que algunos miembros tenían ganas de seguir rodando y hacer algunos kilómetros más por carreteras de la Serranía de Ronda.
 La verdad es que cuando lo ves desde lejos te lo imaginas totalmente en ruinas y te planteas si realmente merece la pena subir la inmensa cuesta que sube la colina, pero cuando llegas allí y ves el estado lamentable de los antiguos muros de la alcazaba y del perímetro de la fortaleza es cuando piensas: "¿Pa qué co.... he subido yo hasta aquí?". Por fortuna, ves algo de luz cuando te acercas hasta la torre del homenaje y ves abierta la puerta. Una puerta que te conduce varios siglos atrás, ya que el estado de conservación es ,muy bueno y el centro de interpretación cuenta con varias muestras de lo que debió ser aquel complicado tiempo de guerras fronterizas entre cristianos y musulmanes. La visita se completa con el visionado de un vídeo ilustrativo y con las explicaciones de la guía mientras que vas accediendo a las diferentes plantas de la torre. Allí nos enteremos de la historia de Sir James Douglas; un caballero templario y antiguo conocido de William Wallece (Braveheart), que participó en la conquista del castillo junto con otros 8 caballeros de la Orden del Temple. Por 3€ la visita merece la pena y es bastante entretenida, pero como algunos entraban a trabajar pronto, hubo que volver a nuestras monturas de acero y comenzar el regreso hacia Osuna, donde cada mochuelo volvió para su olivo no sin antes compartir una caña de cerveza antes de despedirnos.
Nos vemos en la carretera



miércoles, 7 de agosto de 2013

RUTA DE LOS CASTILLOS FRONTERIZOS (BADAJOZ)


 El pasado fin de semana volvimos a lanzarnos a la carretera. En esta ocasión nuestro destino era una ruta por el suroeste de Badajoz para contemplar los castillos que defendían las fronteras entre los reinos de España y de Portugal, y que iban pasando de una mano a otra según quién tuviera más ganas de dar guerra. Nuestro destino para hacer noche era la preciosa localidad de Olivenza, pero en nuestro itinerario serían muchas más localidades las que nos obligarían a hacer una parada. La principal diferencia con respecto a la ruta anterior era que en esta ocasión nos juntamos tres parejas, por lo que las barbaridades y las bromas estaban garantizadas.
Aunque parezca mentira, volvimos a ser puntuales y a las 7:30 estábamos saliendo del parking de la Nueva Andalucía que era el punto de encuentro, partiendo hacia Sevilla para enlazar con la Ruta de la Plata, que nos llevaría hasta Santa Olalla del Cala, donde haríamos la parada habitual para desayunar, no sin antes haber tenido ya un pequeño incidente que nos entretuvo unos minutos por un fallo del encargado de la gasolinera donde previamente repostó Manolo.
Tras el desayuno y unos cuantos kilómetros por una bonita carretera rodeada de dehesas llegamos a Segura de León, donde nos encaminamos hacia su castillo de la Orden de Santiago y que por un euro pudimos recorrer toda la ronda de guardia y una chica muy amable nos enseñó las habitaciones del hotel y las demás dependencias. Una auténtica maravilla para quedarse a hacer noche. Desde Segura de León continuamos hacia nuestro siguiente destino: Jerez de los Caballeros, pasando previamente por Fregenal de la Sierra donde pudimos contemplar desde la circunvalación la silueta de su castillo templario. Al llegar a Jerez de los Caballeros, como ya lo conocía, fuimos rápidamente a la zona de las murallas y de los restos de su castillo, donde disfrutamos de un agradable paseo, ya que la calor aún no había comenzado a apretar. Desde aquí bajamos hasta la plaza donde nos tomamos una cervecita en el Café Jerez y que os recomiendo por su exquisita decoración e inmejorable trato. Justo frente a la terraza se encontraba la iglesia de San Miguel Arcangel, luciendo orgullosa su torre barroca que despunta sobre el cielo jerezano. A pesar del mal estado de algunos de los frescos de sus paredes, la iglesia impresiona dando más aspecto de pequeña catedral que de iglesia. Un paseo por el casco histórico nos llevó a visitar la otra torre con más encanto de la localidad: la torre de la iglesia de San Bartolomé, con sus característicos azulejos decorando su fachada. A pesar de todos los atractivos que se encuentran en Jerez tuvimos que reanudar la marcha en dirección Villanueva del Fresno, aunque afortunadamente nos paramos a almorzar en el bar "Los camioneros" de Oliva de la Frontera, donde nos indicaron que la carretera que conduce directa hasta Villanueva estaba en muy mal estado y que nos interesaba dar un pequeño rodeo por la localidad de Valencia de Mombuey. No tardamos demasiado ya que no eran muchos kilómetros, la carretera a parte de no tener arcén estaba bastante bien y el buen número de curvas que encontramos no volvían lento el ritmo. El problema que encontramos fue que la localidad no tenía bien indicadas las salidas del pueblo y parecía que estábamos en el laberinto del Minotauro. Tras varias vueltas y equivocaciones encontramos unas señoras que nos indicaron y pudimos salir de dicho laberinto, continuando nuestro camino hasta Alconchel, que sería nuestra última parada hasta llegar a Olivenza. El pueblo en sí no nos llamó la atención, pero su castillo encaramado a lo más alto de uno de los montes no podíamos dejarlo pasar. Nos apenó ver que faltaba casi una hora para que comenzara el horario de visita, pero unos portugueses que se encontraban allí de excursión nos avisaron que ellos habían avisado a la guía y que iban a abrir el castillo en 5 minutos. Dicho y hecho. En cinco minutos la guía nos estaba explicando qué ver en el castillo y el itinerario que debíamos seguir ya que lo haríamos a nuestro aire y gratis. Lástima que al maniobrar con las motos para descender Manolo perdiera el control de la moto mientras daba la vuelta y se le cayó al suelo dejándole maltrecha la espalda.
Después de la visita y de 20 kilómetros entramos en la ciudad de Olivenza, donde encontramos sin problemas el Hostal Los Amigos, donde haríamos noche por 40€, con las motos guardadas en un patio interior y con derecho a desayuno.
Una vez ubicados e instalados tocaba inspeccionar la localidad, así que nos fuimos a la Plaza de España, donde dejamos aparcadas las motos y nos adentramos andando en la ciudadela, que es la parte que quedaba dentro de la alcazaba que defendía la localidad, accediendo a ella por diferentes puertas que han resistido el paso del tiempo. Cómo se celebraba misa en la iglesia de Santa María del Castillo, aprovechamos para echar un vistazo a su interior, donde nos sorprendió el árbol genealógico de María y Jesús de madera tallada y policromada. Como iba llegando la hora de cenar, recurrimos al plan de siempre: buscar a un par de autóctonos de la localidad y preguntar por un sitio para comer con las 3Bs. Entre las ofertas que nos dijeron nos decidimos por la taberna de la Rala, que aunque no tenía una gran variedad de tapas, era cuanto menos pintoresco con su decoración a base de carteles publicitarios que podían tener mi edad. ¿Os acordáis de la Mirinda?.
Tras la cena decidimos volver a por las motos para tomarnos la penúltima en la terraza del hostal, ya que se encontraba a la salida del pueblo y no queríamos tener tonterías con las autoridades y las pruebas de alcoholemia. Al volver a la Plaza de España, lo que nos pareció por la tarde una bonita y gran plaza, ahora estaba abarrotada de clientes de los diferentes establecimientos que la rodean. Había bastante ambiente pero no queríamos arriesgarnos como ya he dicho antes.
Por la mañana visita al Alcázar y al museo etnográfico extremeño, donde nos llamó mucho la atención la zona dedicada a antiguos oficios, donde daba la impresión que los trabajadores acababan de salir de trabajar: la herrería, la barbería, la tienda de ultramarinos,.... y todo ambientado a finales del siglo XIX y principios del XX. Una pasada. Por los dos euros de la entrada también se permitía subir a las murallas y a la torre del homenaje del alcázar, que nos obsequiaron con unas vistas fabulosas.
Sobre las 12:00 tocaba despedirnos de José e Isabel, ya que ellos se iban a pasar su semana de vacaciones recorriendo el norte de Extremadura y parte de Castilla y León. ¡Qué envidia!. Nosotros pusimos rumbo a casa. La idea era dirigirnos hacia Zafra, haciendo una parada en Nogales para visitar su fortaleza, aunque desgraciadamente nos la encontramos cerrada, así que continuamos hacia Zafra, donde después de un paseo por sus famosas plazas, nos encaminamos hacia un lugar que nos recomendaron para comer. Detrás de la Plaza de Toros, hay un local llamado El "Comeero", que es un bar acondicionado por el propietario de un matadero, que así "mata dos pájaros de un tiro", ofreciendo carne de buena calidad y a buen precio. Todo lo que pedimos estaba de rechupete. Para el postre, nos encaminamos hacia el parador, antiguo palacio de los duques de Feria, donde tomamos el café antes de continuar nuestro camino hacia Llerena, por interminables rectas que hicieron aburrido el camino hasta esta localidad donde hicimos un alto para resguardarnos del calor que ya empezaba a apretar. Menos mal que en pocos kilómetros ya estábamos metidos en la Sierra Norte de Sevilla y el ambiente volvió a refrescar, y aún más cuando nos acercamos a la orilla de la "playita" de San Nicolás del Puerto, donde volvimos a hacer una parada técnica, hasta calcular que cuando bajáramos a los llanos ya estuviese cayendo el sol y así no achicharrarnos.
Y esto ha sido todo. Sin lugar a dudas lo mejor del viaje las localidades visitadas, todos esos monumentos cargados de historias y la compañía de amigos que hacen más amenos los momentos compartidos. Lo peor de la ruta: carreteras donde predominaban las rectas, los paisajes llanos y montes bajos de tierras de cultivo tostadas por el sol. Seguramente habrá que plantearse repetir la experiencia en primavera para encontrarse los campos verdes, pero eso será en otra ocasión. Todavía quedan muchos destinos por conocer y muchas localidades que esconden viejos tesoros con los que sorprender a nuestros ojos.
Nos vemos en la próxima.
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