Como todo viaje en grupo, este comenzó hace muchos meses, mayormente porque se suponía que nos íbamos a juntar siete parejas para rodar por Los Pirineos, y eso suponía una buena planificación. Ante dicha situación, se decidió establecer el "campamento base" en Vielha, capital del Valle de Arán, en el Pirineo catalán, para desde allí movernos y realizar nuestras rutas. Después vimos que ese planteamiento es erróneo para disfrutar de esta zona, por su extensión y porque las distancias no se pueden medir en kilómetros, sino en tiempo, ya que el tráfico y el trazado de muchas carreteras te limitan mucho a la hora de rodar. Si volvemos a subir nos lo plantearemos cambiando de lugar cada noche o cada dos noches.
Al final, de todos los que íbamos a ir, sólo quedamos tres parejas. Por diferentes causas, me iba a tocar otra vez ir en el coche escoba para no dejar sola a mi novia durante un viaje tan largo, pero gracias a Caren y a Eduardo, lo arreglamos para que no fuera sola y yo pudiera ir también en moto.
Y de este modo, quedamos Caren y Eduardo con la GS 1200, Isabel y José con la K1300, Flori con mi astra, como coche escoba, y yo con mi sporty 1200.
El sábado 5 de agosto, a las 6:00 am salíamos de Écija (punto de reunión) en dirección norte. De este primer día no hay mucho que destacar, ya que fue toda la mañana y parte de la tarde rodando por autovía hasta que llegamos a Zaragoza, con sus correspondientes paradas para echar gasofa, refrescarnos y comer algo antes de llegar. Buscamos rápidamente el hotel, dejamos el equipaje en las habitaciones, una duchita, motos al garaje (7'5€ por plaza) y a dar una vuelta para ver la "Pilarica"...
Un bonito paseo por las calles céntricas de Zaragoza, mucho ambiente en las terrazas, aire fresco y la monumentalidad de la Basílica del Pilar. Muchas fotos y risas, y a buscar algún lugar para comer. Cerca del hotel, nos recomendaron una brasería,en la avenida de Madrid (brasería Maza), donde cenamos de lujo, a base de carnes de la tierra y vinos de la zona.
El hotel Delicias,, está ubicado en un barrio donde la mayoría de sus habitantes son inmigrantes. Es un hotel sencillo, con lo imprescindible para pasar la noche de forma aceptable y con la opción de guardar los vehículos en el garaje, como ya te he comentado antes. Pero no te lo voy a recomendar, por una cosa; al llegar al siguiente hotel, que era donde íbamos a pasar la semana, deshice la maleta y revisé un bolsillo interior donde había guardado algún dinero por no llevarlo todo encima. Mi sorpresa fue ver que ese dinero había desaparecido, al igual que otro elemento del neceser de mi pareja. Así que esa falta de seguridad, ya que las llaves te obligaban a dejarlas en recepción porque estaba abierta 24 horas, no me inspira confianza como para volver. De los errores se aprende, y os aseguro que es algo que no volverá a pasarme.
Al día siguiente, salimos de Zaragoza para dirigirnos hacia nuestro destino. Nos quedaban algo más de 300 kilómetros y no queríamos pisar autovía, así que salimos por la A-129 hasta Sariñena, adentrándonos en la región de los Monegros, que intercalaba tramos más rectos con otros más divertidos de curvas, pasando por zonas áridas y casi desérticas, a otras más pobladas de árboles. Al llegar a Sariñena, almorzamos en el bar de la piscina como auténticos chicarrones del norte, para coger fuerzas. Desde allí, por Huerto y Peralta de Alcofea hasta Barbastro, desde donde ya no dejamos de babear hasta llegar a Vielha por Benabarre, donde tomamos la N-230 en dirección norte. Me hubiese gustado mucho parar en estos dos pueblos, ya que tenían muy buena pinta, pero por otro lado, estábamos deseando llegar lo antes posible a Vielha y aún nos quedaban un buen puñado de kilómetros. PINCHA AQUÍ PARA VER EL VÍDEO
Desde Barbastro, ya comenzamos a subir a los Pirineos, pasando por carreteras muy divertidas entre gargantas, acompañadas por ríos y embalses, pasando por túneles y disfrutando de estampas que te obligan a parar cada pocos kilómetros para sacar una instantánea. Trazados divertidos, combinados con un asfalto en muy buen estado y una temperatura muy agradable para rodar, a pesar de estar a mediodía. Antes de llegar a Vielha, tuvimos que atravesar su túnel: más de 5 kilómetros rodando por las entrañas de la tierra con un descenso de las temperaturas de varios grados hasta que volvimos a salir al exterior. Las vistas del pueblo, con sus tejados de pizarra a dos aguas, rodeado de montañas dejaban una estampa de postal. No tardamos nada en encontrar el hotel Hipic, que está en la carretera que sale para Francia, y que en su día, debió concebirse como albergue de montañeros. Es muy rústico y muy "justito". Si vas de paso, está muy bien, ya que tiene un amplio parking exterior y un precio de 60 € con un desayuno de buffet incluido. Pero para estar una semana entera como nosotros, las camas, terminan pasando factura y la limpieza no es muy buena. Por contra, te diré, que el personal se desvive para que tu estancia sea lo más agradable posible y la barra de la sal de estar, pone las copas largas a 4'5 €.
La tarde de este primer día (con el disgusto después de ver lo que os comenté de la maleta), la pasamos conociendo la localidad. Por la tarde, Vielha es un hervidero de personas, entrando en las tiendas, paseando por sus concurridas calles o tomando alguna cerveza y un pincho en las terrazas de los muchos locales que hay en los alrededores del centro, cerca de la plaza del ayuntamiento, la iglesia y cerca del río que cruza la población. Esa noche cenamos en el bar Xatú, muy céntrico y con una amplia variedad de tapas. Pero al salir del establecimiento, que sería algo más de las 22:30, vimos que en la calle no quedaba ni el "Tato"... Entre la temperatura, que había bajado unos buenos cuantos grados, y la costumbre de levantarse temprano para disfrutar de las rutas de senderismo, la localidad queda sin ambiente. Por desgracia, nos enteramos el último día que el ambiente de juventud, estaba en la parte alta del pueblo siguiendo el curso del río, hacia la derecha.
Al día siguiente nos dedicamos a conocer un poco los alrededores del pueblo, ya que después de dos días rodando, no teníamos ganas de otra paliza de moto, así que nos fuimos a Baqueira-Beret, subiendo su puerto. Allí vimos caballos y vacas sueltas al igual que en los lagos de Covadonga y nos montamos en telesilla para subir a uno de los picos de la estación de esquí, disfrutando de unas vistas estupendas. De regreso a Vielha, comimos en un establecimiento de la travesía llamado Ço d'Oskar, al que fuimos en varias ocasiones por la calidad, el precio y el buen trato que nos dieron. Por la tarde cogimos la carretera de Francia para acercarnos al pueblo de Bossóst, que es muy turístico para los franceses por su cercanía al país vecino, y donde acuden a comprar muchos productos españoles por sus mejores precios. Es un bonito pueblo con la estampa de tantos otros pueblos pirinaicos, con el río Garona mojando sus orillas y con una bonita iglesia románica. Ni que decir tiene, que tanto las carreteras de la mañana, como las de la tarde nos dejaron muy buen sabor de boca. PINCHA AQUÍ PARA VER ESTE VÍDEO
Esa noche nos fuimos a dormir temprano porque al día siguiente íbamos a realizar una de las primeras rutas que teníamos previstas.
Por la mañana, el fresco era más que notable y las nubes tapaban las cimas de las montañas que rodean el pueblo. Tras el desayuno, salimos de nuevo hacia Baqueira para comenzar a subir el puerto de la Bonaigua... ¡No vimos "na"! Rodábamos inmersos en las nubes y no se veía más allá de 3 metros de distancia. Como pudimos, nos quitamos la cola de coches que iban detrás de dos camiones cargados de troncos de árboles, y cuando comenzamos a bajar el puerto el día comenzó a abrir. Las vistas espectaculares, la carretera sinuosa va discurriendo junto a la rivera Pallaresa, donde veíamos a muchos grupos practicando rafting por el río. Llegamos a Sort, con su travesía a tope de coches y de gente para comprar décimos en la famosa administración de la Bruja Dorada. Como tantos otros, nos pusimos a la cola para adquirir nuestros décimos.
Desde allí, siguiendo por la N-260, atravesando bosques y puertos de montañas, llegamos hasta La Seu d'Urgell, desde donde dirigimos nuestros pasos hasta Andorra por la N-175. Sólo os diré, que todo este itinerario es ideal para rodar en moto, y que no te aburres ni un momento en todo el trayecto hasta llegar a la aduana. Una vez que llegamos al corazón de Andorra la Vella, nos pusimos como tantos otros a "marujear", pero si os soy sincero, en complementos de motos, no vi esos buenos precios de los que tanto habla la gente. No nos entretuvimos mucho, porque se empezaba a hacer tarde y nos quedaban un montón de horas hasta llegar al campamento base (¿entiendes ahora por qué decía que es mejor tener varios lugares para hacer noche? De ese modo no hay que volver para atrás).
Al llegar de nuevo a Sort, cambiamos el itinerario, regresando por el Valle de la Noguera hasta La Pobla de Segur: ¡espectacular!.. Desde allí, nos adentramos por carreteras más estrechas y con más acantilados y cortados para llegar a Pont de Suert. Hubiésemos disfrutado más de este camino si no nos hubiese pillado el atardecer, ya que las montañas, nos hacían rodar casi en penumbras. Al llegar a Pont de Suert ya era de noche y nos quedaban 40 kilómetros de curvas hasta Vielha por una carretera estupenda que permite mantener un ritmo alegre. El problema es que la temperatura había descendido a unos 10ºC y hacía una sensación de frío por el aire del norte, que nos tenía a todos congelados.
Al llegar a Vielha, nos dirigimos a nuestro bar preferido, que nos atendió con una olla aranesa bien caliente para que entráramos en calor. Eso, las dos botellas de vino que nos hincamos y los chupitos de la casa nos resucitaron (Nota mental: echar ropa de abrigo para ir Los Pirineos aunque sea verano) PINCHA AQUÍ PARA VER EL VÍDEO
El día siguiente nos lo tomamos con mucha calma, ya que el frío (hasta 6ºC) y la incesante lluvia, desaconsejaban montar en moto después del frío del día anterior, y nos dedicamos a pasear por el pueblo, entrando en los bares a beber cerveza, ,en las tiendas a comprar y a descubrir nuevos locales, como el restaurante Chapeau, donde almorzamos de lujo, y al que volveríamos más veces en los siguientes días.
Nueva ruta: en esta ocasión la idea era entrar en el Pirineo oscense, para visitar Aínsa, y desde allí entrar en Francia por el túnel de Bielsa: las carreteras no defraudaron, ni siquiera, una que nos recomendó el GPS para acortar unos kilómetros, y que puedes verla pinchando aquí.
Aínsa, pertenece a esa comunidad de pueblos más bonitos de España, y desde luego, el título lo tiene bien ganado por el buen estado de su casco histórico y sus bellas calles y la plaza mayor, rematada por la torre de su iglesia románica, desde donde tienes unas vistas fantásticas, así como las murallas de su castillo, en el que se usan las torres como centros de interpretación del cercano PN de Ordesa y Monte Perdido.
Ponemos rumbo Francia por la A-138, con idea de comer en algún pueblo antes de entrar en el país vecino, pero por un despiste y falta de entendimiento, nos saltamos el último pueblo y entramos con una fina lluvia, en Francia por el túnel de Bielsa, que ni es tan ancho, ni tan largo como el de Vielha.
Conocedor de algunas costumbres francesas para comer, y viendo la hora que era, intuía que ese día no íbamos a comer. Además, las primeras poblaciones eran pequeñas aldeas de cuatro o cinco casas, y desde luego no había bares. Al llegar a Aragnouet, vimos a la entrada del pueblo la oficina de turismo, y "chapurreando" algo de francés, pude enterarme que muy cerca había un bar donde podíamos comer. Bendita confusión que no nos dejó parar en España para comer. El local (Le Relais de Neouvielle) era de lo más coqueto y el ambiente de lo más agradable. Si te imaginas un café de los años 30' en París, la idea era lo mismo, con una suave música de fondo, una decoración muy estudiada y unas camareras"superamables"que nos atendieron de maravilla. Comimos "super", como dicen por aquellos lares, y todavía me acuerdo del brownie que me zampé y que estaba como para comerse una espuerta llena, como decía Eduardo.
Desde allí, acompañados por la fina lluvia, llegamos a Arreau, desde donde se suponía que íbamos a subir al Tourmalet, pero un error de cálculos, nos metió por una estrecha carretera en medio de un bosque que nos llevó hasta el Col de Beyrédes (1417m). Al llegar a la cima, nos quedamos con la sensación de estar perdidos, y al preguntar a un señor francés que pasaba por allí, nos recomendó que volviésemos por donde habíamos llegado. Al bajar a Arreau, viendo la hora que era y que el tiempo se ponía peor, decidimos comenzar el regreso hacia Bossóst, pasando por Bagnères-de-Luchon. Pero para ello había que atravesar el Col de Peyresourde (1569m) y el Coll de Portillón (1320m). Aclarar que lo de "col", es lo que nosotros llamamos "puerto de montaña". Así que imaginad, el camino que hicimos entre la lluvia, los puertos de montaña con curvas de primera, el tráfico, un compañero que iba en reserva, la calzada resbaladiza y un rato que nos perdimos las motos del coche escoba... Pero aún así, mereció la pena rodar por esas carreteras pintadas para animar a los corredores del Tour de Francia y las vistas que nos ofrecían las montañas. PINCHA AQUÍ PARA VER EL VÍDEO
Para el siguiente día, nuestra último día en Los Pirineos, decidimos subir de nuevo el Puerto de la Bonaigua, ya que no daban agua y podríamos disfrutar de las vistas, para luego acercarnos hasta el Pantano de la Torrassa y desde allí subir a Espot, un pueblo desde el que se accede en land rover (10'50€ por "barba") hasta el lago San Maurici. Una vez allí, nos dimos cuenta que esos 10€, merecen la pena pagarlos: ¡Qué paisajes! Tened en cuenta, que el P.N d'Aigüestortes, es el único de toda Cataluña, y está muy protegido por su riqueza. Desde allí disfrutamos de un paseo de media hora hasta unas cascadas cercanas, en las que se veía el agua caer desde lo alto de la montaña, atravesando el bosque de pinos y abetos. Comprendimos por qué, había tanta gente de vacaciones para hacer las diferentes rutas que te proponen las oficinas de turismo de la zona. Pero si vas en moto, y quieres disfrutar de las carreteras, no puedes querer tenerlo todo.
De regreso a Vielha, antes de subir el puerto de la Bonaigua, desde la cara sur, paramos junto al Bosc de Gerber, dejando las motos junto a la carretera y adentrándonos por un camino del bosque hasta una cascada que se ve caer desde la carretera. Mereció la pena el paseo. Mucho más bonita y espectacular que la que vimos en el parque natural.
Ducha calentita, cena, de nuevo, en el Chapeau y a dormir temprano, que al día siguiente había que empezar el regreso.
Del regreso, sólo os contaré que lo hicimos bajando por la N-230 hasta Lleida, donde tomamos la autovía de Zaragoza hasta encontrar el desvío de Mequinenza, para tomar la N211, que nos llevaría a Alcañiz, donde habíamos quedado con nuestros amigos Manolo y Paquí, que estaban echando unos días por la zona.
Desde allí a Teruel, que dejamos a un lado, para continuar hasta Cuenca por la N-330... Este tramo, entre estas dos bellas ciudades me encantó, rodando junto al río Turia, por desfiladeros y bosque mediterráneo. Disfruté mucho de este paseo. Buscamos el Hotel Victoria (este sí que os lo recomiendo, aunque las plazas de garaje, se cotizan a 15€, aunque tres motos caben perfectamente y salen a 5 pavos. Noche en Cuenca cenando en la zona de tapas: ¡qué ambientazo! Y las copas largas en un local llamado la Grotte, por estar dentro de una gruta junto al río, muy cerca de las Casas Colgadas de Cuenca. La zona de ocio de la juventud, la atravesamos porque estaba muy cerca del hotel, pero la hora recomendaba tocar retirada, ya que íbamos un poco perjudicados y al día siguiente tocaban unos 500 kilómetros. Prefiero no hablar de este camino de vuelta por autovía casi todo el trayecto, con mucho aire y una calor, que casi había olvidado.
En resumidas cuentas: el viaje en moto a Los Pirineos, es muy recomendable, por la temperatura que hace durante el verano, por el paisaje, por sus carreteras sinuosas, por sus pueblos y su gastronomía, por la gente agradable que te encuentras, y si encima, vas con una compañía tan estupenda como la que yo he disfrutado, entonces el viaje se convierte en una experiencia inolvidable.
Consejos que me doy a mi mismo, después de esta experiencia:
Llevar ropa de abrigo, porque como bajen las temperaturas, estarás como si ruedas por aquí en invierno.
Echa un traje de agua, porque mojar, te vas a mojar
Lleva los neumáticos con pocos kilómetros, porque en más de una curva te verás apurado
Ten paciencia al subir un puerto de montaña si pillas caravana, porque suele haber bastante tráfico.
Plantea el viaje entrando de Este a Oeste, o al revés, haciendo un recorrido lineal, que no te obligue a tener que volver al punto de partida, a no ser, que una zona te interese de manera especial y quieras dedicarle un par de días.
Márcate rutas de unos 300 kilómetros como mucho, ya que eso te permitirá pararte más y disfrutar de los pueblos y del entorno que encontrarás a tu paso.
La oferta de hoteles y campings es bastante amplia, así que si no vas con un grupo demasiado grande, es posible que encuentres alojamiento sin tener que reservar primero, aunque no te fíes, porque es una zona muy turística
Y el último consejo: disfruta mucho de cada momento, porque te aseguro, que las sensaciones que sentirás al atravesar algunos tramos te harán que quieras gritar de emoción ante el cúmulo de sensaciones que experimentarás.
Nos vemos en la carretera
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Una maravilla de información la que ofrecéis y una buena base de datos para tomar apuntes y seguir vuestro rastro para hacer estas estupendas rutas. Gracias y abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Me alegra saber que nuestra experiencia puede serle útil a personas con las mismas ganas que tenemos nosotros, de conocer lugares interesantes.
EliminarNos vemos en la carretera