Ayer, domingo 2 de agosto de 2015, salimos de nuestro punto de encuentro habitual en Osuna a las 8:15 de la mañana. Una vez más fuimos puntuales, y Miguel, Fernando, Luis, Germán y yo arrancamos nuestras motos para poner dirección a El Saucejo, donde recogeríamos a José para seguir la ruta. La idea era adentrarnos en la Sierra de las Nieves para acceder hasta la costa de Marbella para visitar su casco histórico y después dirigirnos hacia Fuengirola donde nos esperarían Eduardo y Alejandro con sus familias para comer y darnos un baño en la piscina del bloque de pisos de Eduardo y Caren.
Con estas premisas, llegamos entre un buen montón de curvas y cubiertos por unas nubes muy oscuras a la localidad de Yunquera. En lugar de quedarnos en las ventas de la circunvalación que siempre son invadidas por hordas de moteros hambrientos y sedientos, nos adentramos hasta el corazón de esta localidad, desayunando en la Plaza de la Constitución y dando un posterior paseo entre las estrechas y empinadas calles del pueblo.
Desde Yunquera continuamos bajando hacia la costa dejando atrás la localidad de Alozaina para después desviarnos hasta llegar al pueblo de Monda para subir a su castillo. Por desgracia, es un establecimiento privado y no pudimos entrar a verlo después de haber hecho una peliaguda subida por unas rampas imponentes. Al menos la parada fue aprovechada por algunos para echar un cigarrito y quitarse el mono.
Saliendo de Monda, enseguida tomamos la carretera que nos llevaría hasta Marbella dejando a nuestra izquierda el bonito pueblo de Ojén. Un tráfico intenso no nos dejó disfrutar de esta carretera como se merece, pues el trazado entre sus montes y colinas la hacen perfecta para disfrutar de un paseo en moto. Al llegar a Marbella, nos adentramos hasta el corazón de su casco antiguo, para pasear entre sus calles estrechas encaladas y decoradas con plantas y flores que contrastan con sus colores sobre el fondo blanco. Muchos "guiris" paseando de un lado para otro o llenando las terrazas de sus plazas. Nosotros nos unimos a ese ejército y nos adentramos en el laberinto de sus calles hasta dar con las antiguas murallas y el castillo, que sigue sin ser rehabilitado y que por tanto tampoco pudimos visitar.
A pesar de las nubes y de los termómetros marcando 30º, la humedad hacia insoportable el calor pegajoso, así que nos metimos en un establecimiento cercano a donde habíamos dejado las motos y nos tomamos un par de refrescantes cervezas antes de coger las motos. Nos quedaban unos 30 kms hasta Fuengirola rodando junto al mar, así que decidimos todos seguir en camiseta a ver si así no nos derretíamos. Fue un acierto, ya que a causa del tráfico y de la limitación a 80 kms/h, tuvimos que rodar muy tranquilos disfrutando de las vistas y del olor a mar. Gracias a los avances tecnológicos, Eduardo y Alejandro nos mandaron por wassapht su ubicación en la playa, y antes de que cantara el gallo ya teníamos las motos aparcadas en el paseo marítimo y estábamos sentados en un chiringuito para comer todos juntos. La comida buenísima, los precios elevados y el calor insoportable. Tanto que no nos dejó disfrutar del almuerzo. Según Miguel es una nueva tendencia turística, para evitar esos kilos que se cogen en verano, ya que sudamos más de las calorías que habíamos ingerido. Al salir de allí nos dirigimos hacia el piso de Eduardo para bañarnos en la piscina. El sitio está como para ir a buscarlo solo... Ni los GPS lo encuentran... Una vez allí, sentados en la terrada del piso, con agradable brisa fresca disfrutamos de la compañía, del café, de un refrigerio y posteriormente de un baño piscinero de lo más refrescante para seguir luego nuestro camino.
El regreso como siempre. Empiezan las prisas y las ganas de llegar, pero como todos queríamos evitar el tráfico de la autovía, decidimos adentrarnos otra vez por la sierra, accediendo desde Mijas pueblo hasta Coín, para llegar luego a la carretera que une Málaga con Antequera, siendo nuestro punto de salida Campillos, desde donde accedimos a Martín de la Jara para dejar a nuestro amigo José, que aprovechó el detalle para invitarnos a un refrigerio antes de abandonar su pueblo. Con el sol ya desaparecido en el horizonte, llegamos a Osuna, donde cada uno tomó el camino de regreso a casa para poner punto y final a esta bonita ruta que nos hizo disfrutar de kilómetros, paisajes y sobre todo de buena compañía.
Gracias Eduardo y Caren por vuestra hospitalidad y abrirnos las puertas de vuestra casa.
Nos vemos en la carretera
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