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TU BLOG DE RUTAS POR ANDALUCÍA

jueves, 23 de agosto de 2018

A LA CONQUISTA DE ROCADRAGÓN (SAN JUAN DE GAZTELUGATXE)

Retomando la publicación anterior, voy a continuar con la crónica de nuestra pequeña incursión por tierras vascas.


Como ya te comenté, nuestro objetivo final era llegar hasta el decorado que la serie de "Juego de Tronos" ha utilizado para recrear "Rocadragón", hogar de los Targaryen, en una ermita ubicada en la costa vasca, cerca de Bilbao, que se llama San Juan de Gaztelugatxe. A partir de ahí, el resto de días serían improvisados. Nos habíamos planteado pasar más tiempo en el País Vasco, pero el tiempo empeoraba al día siguiente y decidimos volver a La Rioja, donde era más benigno, y había muchos pueblos que queríamos visitar.
Como ya te conté, nuestro "base de operaciones" fue Nájera, y desde allí debíamos dirigirnos hacia Bilbao, para poder acceder a nuestro objetivo. Para acceder a Bilbao debíamos pasar por Vitoria-Gasteiz, y la opción más rápida hubiese sido hacerlo por la N-232, pero, como había leído que uno de los puertos de montaña más valorados por los motoristas vascos era el Puerto de Herrera, pues había que ir a subirlo. Para ello nos dirigimos hacia Laguardia, pasando por Cenicero y Elciego. Es justo, antes de llegar a esta localidad, cuando se pasa por el río Ebro, que hace de frontera natural entre La Rioja y el País Vasco. Una vez que atravesamos Laguardia, tomamos la A-124 hasta encontrar el cruce que nos indica Vitoria-Gasteiz. En cuanto coges esa carretera, comienzas una fuerte pendiente plagada de curvas, con una gran arbolada junto a la carretera; pero si es bonita la subida, la bajada es espectacular, ya que dicha arbolada, se vuelve tan tupida que no podíamos ver el azul del cielo, pareciendo que rodábamos por dentro de un túnel (un fallo en la cámara no me ha permitido dejar constancia de ello). El resto del itinerario es muy divertido para rodar en moto hasta Vitoria, y como no es una vía principal, apenas hay tráfico.

El problema, es que cuando llegas a Vitoria, no enlazas con la circunvalación de la ciudad y tienes que adentrarte en ella. Me despisté y nos metimos por unos polígonos en los que no nos orientábamos. En un semáforo nos encontramos a dos motoristas que salían de ruta y al preguntarles para orientarnos, ni se lo pensaron dos veces y nos acompañaron hasta la salida de la ciudad indicándonos el camino a seguir (mil gracias, compañeros).
El problema fue que yo buscaba la N-240 y ellos nos indicaron la N-622, que es la vía más rápida ya que se convierte en autopista de peaje, a unos 20 kilómetros de Vitoria. Por fortuna, como no iba muy convencido tomé una salida de la autovía y pude situarme mirando el mapa. Nos dimos cuenta que era el enlace con la carretera A-624, ,que discurre paralela a la autopista de peaje. ¡Una maravilla! Sin esperarlo nos encontramos con una carretera ancha, de bonitos paisajes, de multitud de curvas de diferentes radios y que pasaba por pueblecitos llenos de encanto entre las montañas.


Al entrar en Bilbao, si enlazamos con la N-240 entrando por una de las arterias principales de entrada y que nos llevó casi directamente al centro de Bilbao, donde teníamos nuestro hotel reservado: Hotel Bilbao Plaza, junto al río, en el margen opuesto al museo Guggenheim, y a unos 200 metros de este, y muy cerca del centro histórico de la ciudad. El hotel nos salió por 89€ la habitación doble y 13€ la plaza de garaje con ascensor incluido para las motos.

Como llegamos a buena hora, decidimos dejar las cosas en el hotel y dar una vuelta por las calles de bares de pintxos de la ciudad, antes de dirigirnos a "Rocadragón". Vamos cambiando de establecimientos para probar diferentes pintxos y locales, y en todos nos atienden con toda cortesía. Mientras caminamos por una de las calles, escucho a mis espaldas: -¡Vecinooooooo!- no me lo puedo creer. Mi vecino Figueroa, con la familia, paseando por Bilbao. Se pasan los meses sin que nos veamos, a pesar de vivir uno al lado del otro, y me lo encuentro en Bilbao. Un rato de charla y de consejos sobre San Juan de Gaztelugatxe, ya que ellos estuvieron el día anterior y ya no aguantamos más. Vamos para el hotel a coger las "burras".
Pedro, conecta su GPS y se pone delante para sacarnos de Bilbao. Reconozco que para andar por ciudad es muy útil el GPS, aunque sigo prefiriendo el mapa de carretera para preparar las rutas.
Salimos por una vía de dos carriles en dirección el aeropuerto y Mungía. A partir de esta localidad, hasta Bermeo, la carretera es una "pasada". Nos metemos en un bosque entre altas lomas para subir el Alto del Sollube, que por cierto, el mirador estaba atestado de coches, siendo la bajada un poco más complicada al tener una fuerte pendiente y curvas cerradas. Si pillas un coche delante, tienes que chupar rueda un buen rato porque no hay muchas opciones para adelantar. Llegamos a Bermeo y ya encontramos las indicaciones para dirigirnos hacia nuestro destino. La carretera se estrecha, pero continúa con un buen surtido de curvas entre los árboles que rodean el itinerario y que no te permiten ver el mar Cantábrico hasta que desaparece el bosque por comenzar los acantilados. El tráfico se iba haciendo más intenso y el ver el margen de la carretera lleno de coches, nos advirtió que estábamos llegando. Buscamos dónde meter las motos entre tantos coches y subimos donde comienza el camino largo.

Debes tener en cuenta, que para llegar hasta la escalera que sube a la ermita, puedes hacer dos recorridos: el primero es una rampa muy pronunciada que sale desde los aparcamientos de los dos locales que hay (más o menos unos 500 metros); el segundo camino, es más largo, de casi 2'4 kilómetros, con unas rampas menos pronunciadas y que hacen el camino más llevadero. Por la situación de las motos, optamos por el camino largo. Conocimos un par de familias y la charla no ayudó a hacer el trayecto más ameno hasta llegar a la base de la escalera. Las vistas, el paisaje, la multitud de personas,... nos dejaron con la boca abierta, y al mirar las escaleras, con los cascos y las chaquetas a cuestas, nos hicieron dudar, pero ya que estábamos allí, había que coronar la dichosa escalera. Durante todo este recorrido, el sonido de la campana es incesante, ya que según dicen, si tocas la campana tres veces se te cumple un deseo. Mientras iba subiendo la p...escalera, ya iba pensando en mi deseo: -¡Que manden un helicóptero a recogerme y llevarme hasta la moto por Dios!.
Hacía bochorno por la proximidad de una tormenta, unido a la humedad de la costa, y eso dificultó la subida, aunque eso no impidió que consiguiéramos nuestro objetivo.
Tras descansar un poco en una de las terrazas de los locales que hay allí (no veas como achuchan en la cuenta), decidimos hacer el regreso por la costa.
Continuamos por la carretera hasta Bakio, y desde allí volvemos a internarnos en la sierra para llegar hasta Armintza, que está situada junto al mar Cantábrico, después de pasar algunos acantilados. Pero fue en Plentzia donde encontramos más ambiente playero. Las calles cercanas a la playa estaban a rebosar, al igual que los locales, pero como el tiempo se nos echaba encima, continuamos nuestro camino buscando Getxo, para llegar a Bilbao. Como no llevábamos el GPS, nos despistamos un poco y terminamos en la terminal del aeropuerto. Por fortuna, después de algunos kilómetros de más, ya estábamos otra vez en el hotel y dispuestos a salir a cenar y a tomarnos unas copas....
Cenar, cenamos por poco, ya que cuando salimos del hotel eran más de las 10:00 y ya estaban cerrando la mayoría de los locales de pintxos. Por suerte, un establecimiento todavía tenía algunos en las vitrinas y pudimos llenar la barriga con caldos de la tierra y buenas viandas. Pero encontrar un local para tomarnos una copa fue otro cantar. ¡Todo cerrado!. Luego nos explicaron que los domingo en Bilbao, se cierra todo a las 23:00 y no hay ambiente por ninguna parte. Y podemos dar fe, ya que podíamos caminar por medio de las avenidas, sin que pasara ni un coche. Poco después de las 00:00 ya estábamos en el hotel acostados.

Nos levantamos temprano al día siguiente y nos damos un banquete en el desayuno buffet del hotel. Había amanecido lloviendo un poco, y decidimos darnos una vuelta por los alrededores del museo Guggenheim y la parte moderna de la ciudad. La mañana no tenía nada que ver con la noche anterior. Las calles concurridas, el tráfico incesante, los comercios abiertos,... ¡Esto sí parecía una ciudad, y no el decorado de la serie "The walking dead"



Recogemos las motos y nos ponemos en marcha, por poco, ya que en la puerta del ayuntamiento, que estaba al lado del hotel, había una manifestación reclamando mejores prestaciones para los jubilados.
Llenamos depósitos y salimos buscando la  N-240 en dirección Vitoria-Gasteiz. El cielo sigue plomizo, y en cuanto nos adentramos en las montañas, nos rodean las nubes, que van llenando de gotas las viseras de los cascos y a nuestras motos. Aún así, el espectáculo es sorprendente y nos paramos a hacer algunas fotos. Un par de resbalones de las ruedas en algunas de las curvas, nos hicieron aflojar el ritmo, ya que no era cuestión de terminar rodando tan lejos de casa.

A medida que vamos bajando de las montañas, el cielo se va volviendo más claro y nos encontramos con el Embalse de Urrunaga, que nos sorprende por su extensión y nos acercamos hasta su orilla, en la localidad de Legutiano.

Entramos en Vitoria para buscar algún lugar céntrico para comer. Después de un par de días por la zona, nos hemos dado cuenta que la gente no toca las motos, así que las dejamos aparcadas en la acera junto a otras motos y nos damos un paseo por la ciudad para hacer algunas fotos y tomarnos unas cañas en alguna terraza. La ciudad nos engancha y quedamos con ganas de recorrerla para conocerla, pero aún quedan kilómetros, tenemos que comer y Pedro tenía ganas de soltar la mochila en nuestro hotel de Nájera.


Nos metemos en un bar de una calle atestada de gente y de locales, y nos acoplamos en un rincón de la barra. Gracias a una pareja de turistas que pidieron un chacolí, caímos en la cuenta que aún no lo habíamos probado y eso no podía ser; -"Dos chacolís y dos pintxos"- Ya tenemos dominado el euskera. Unas chicas sentadas cerca de nosotros nos preguntan de dónde somos y al decirle que veníamos de unos pueblos de Sevilla, nos responde que ella era de El Rubio, ¡a 20 kilómetros de mi pueblo!. Le pregunto si conoce a mi amigo "Pirrí" y me dice que es su vecino de toda la vida. -¡"El mundo es un pañuelo".
Nos montamos en las motos, cruzando los dedos para que no nos hayan multado por aparcar en la acera, y salimos de Vitoria por la A-132, para cruzar el Puerto de Azáceta, que también nos habían recomendado. Carretera ancha, bien asfaltada y de curvas largas y abiertas para no tener que cambiar de marchas ni tener que tocar freno. Buen ritmo de marcha y entramos en la Comunidad Foral de Navarra.
Al llegar a Acedo, abandonamos la carretera, y tomamos la NA-129 en dirección Los Arcos. Un bonito recorrido nos lleva entre lomas hasta este bonito pueblo amurallado, aunque Pedro, cada vez está más hasta los "que no suenan", y seguimos por la N-111 en dirección Logroño, teniendo un tramo muy divertido de curvas de diferentes radios entre las localidad de Sansol y Viana.
Desde Logroño no tardamos nada en llegar de nuevo a Nájera, donde pasamos un par de noches más y aprovechamos para hacer un poco de turismo por la zona. Esa crónica puedes verla en la anterior publicación.
Nos vemos en la carretera
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22:15 de ese mismo día en Nájera; Riiiiiiiingg, Riiiiiiiingggg,....
-Diga
-¡Calvo! ¿Qué haces en Vitoria hablando con mi vecina?
-Hola, Pirrí; el mundo es un pañuelo

lunes, 20 de agosto de 2018

RODANDO ENTRE VIÑEDOS Y PUEBLOS CON ENCANTO POR LA RIOJA

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Lo bueno de estas pequeñas minivacaciones en moto, ha sido el carácter improvisado que han tenido. Hablando un día con mi colega Pedro "Iron" en una de nuestras rutas, me comentó que a comienzos de agosto cogía vacaciones pero que estaba de "rodríguez" porque su pareja estaba de viaje fuera de España. No tardamos mucho en decidir que saldríamos a hacernos unos kilómetros durante cinco días. A partir de ahí tocó hablar en varias ocasiones sobre nuestros destinos, y después de rechazar algunos viajes por la imposibilidad de disfrutarlos con tan pocos días, decidimos viajar al norte de España, con el objetivo de conocer San Juan de Gaztelugatxe, en Bermeo (Bilbao); la ermita que ha popularizado la serie "Juego de Tronos", y de paso conocer un poco del País Vasco. Para nuestra primera noche tomamos como punto de descanso la localidad de Nájera, en La Rioja. Como el tiempo se fastidió en el País Vasco a partir de nuestro segundo día, decidimos volver a esta localidad en la que habíamos estado tan a gusto y pasar el resto de días visitando la zona.
Esta ha sido nuestra experiencia
El punto de encuentro para empezar nuestro viaje era Lora del Río, desde donde saldríamos a las 7:00 en busca de la Ruta de la Plata atravesando la Sierra Norte de Sevilla. A pesar de haberla atravesado en infinidad de ocasiones, nunca lo había hecho al amanecer. Una bonita experiencia que nos dejó la carretera para nosotros solos hasta llegar a la localidad de Llerena. Desde allí no tardamos en coger la autovía de La Plata (la autovía es muy aburrida, pero necesaria si quieres que cundan los kilómetros). Nos dimos un buen tute de kilómetros hasta decidir parar a desayunar antes de llegar a Plasencia. Mi compañero de rutas iba con una mochila cargada a la espalda para llevar sus pertrechos, así que le iba a venir bien las paradas que hiciéramos.
Con el tráfico fluido pudimos llegar antes de mediodía a Salamanca, donde tomamos la autovía de A-62 en dirección Valladolid-Burgos. Nos propusimos hacer tiradas de 200 kilómetros para no tener que parar demasiado y la verdad es que la mañana iba bastante bien, pero las paradas para repostar también se iban alargando unos minutos más para descansar un poco la espalda y el cuello.
Paramos sobre las 15:00 en un pueblecito cercano a Burgos para comer. Creo que era el único bar que había dentro del pueblo, y comimos por los pelos, ya que sólo quedaban algunos pinchos en las vitrinas y no tenían cocina en funcionamiento. De todas formas no queríamos darnos un atracón de comida para que no se hiciera muy pesado el tirón que nos esperaba. Al llegar a Burgos tomamos su circunvalación y la seguimos hasta encontrar la salida de Logroño por la N-120. A partir de los 20 primeros kilómetros la cosa empezó a mejorar. Nos vimos rodeados por bosques junto a la carretera, que no permitían ver más allá de tres metros hacia su interior. De buenas a primeras empezaron a llegar algunas curvas para subir el Puerto de la Pedraja, con algunas curvas con muy mala-leche. Comenzamos a encontrarnos junto al margen de la carretera algunos peregrinos haciendo el Camino Francés de Santiago de Compostela, con un calor insoportable. Eso sí que es tener mérito.
Al llegar a Nájera, buscamos el Hostal Ciudad de Nájera (59€ con derecho a garaje), donde enseguida nos alojamos y guardamos las motos. Nos comunicaron que estaba situado en el casco histórico, muy cerca del edificio más emblemático de la localidad: el Monasterio de Santa María la Real y en la zona de copas del pueblo. Hicimos una ruta de reconocimiento y no tardamos en sentarnos en una de las terrazas junto al río para tomarnos unas cervezas bien frías para celebrar lo bien que había ido el primer día. Cenamos en la calle Mayor, en "La Taberna de Manu", atendidos por su dueña de origen oriental, que nos recomendó algunos de sus pintxos más populares. De regreso al hostal nos encontramos un concierto en la terraza de un local llamado el Pichu, regentado por una familia. Fiesta "Desperado" y música en vivo: no nos pudimos resistir a pesar del cansancio. Estuvimos conociendo a gente estupenda de la localidad, entre ellas al conocido como "El Barbas", todo un personaje y disfrutamos mucho con los temas de Belo. De hecho le compramos un disco cada uno y le pedimos permiso para utilizarlo para el vídeo de esta ruta.
Al día siguiente partimos para Bilbao, pero como el tiempo se fastidió al día siguiente, decidimos volver a Nájera, por su ubicación y por lo bien que estuvimos, así podríamos conocer algunas localidades de las que nos habían hablado.

Nuestro primer destino era Laguardia, en la Rioja Alavesa, saliendo de Nájera por campos cubiertos de viñedos y bodegas situadas cada pocos kilómetros. Pasamos la localidad de Cenicero y nos hacemos una foto en la portada del Marqués de Cáceres. Al salir de la localidad me percato de que hay un sonido metálico bastante raro. Pedro no tarda en darse cuenta de que se ha roto el soporte del tubo de escape trasero. Llegamos a Elciego y pregunto a unos muchachos si saben de algún taller de coches o motos, pero me dicen que sólo hay uno de tractores, aunque seguro que me pueden soldar la pletina. El muchacho no tarda ni un minuto en montarse en su coche y decirme que lo siga para llevarme hasta allí. No entiendo eso que dicen que la gente del norte son malajes; nosotros sólo hemos encontrado gente estupenda, y siempre dispuesta a echar una mano.
Al explicar en el taller nuestra situación, enseguida se ofrecen a echar una mano, aunque están muy liados, por lo que Pedro pide unas llaves y enseguida está la pieza quitada y en manos del soldador.
- "¿Cuánto es?"... -"¡Ahí va, la ostia!. Esto no es nada. ¡Tira, tira!"- me respondió el dueño del local. Después de dejarles una propina para que se tomaran unas cervezas y darles un millón de gracias continuamos nuestro camino, comentando la cantidad de reniegos, improperios y demás barbaridades que se decían unos a otros en el taller a razón de palabra por segundo.

Llegamos a Laguardia, conocida por ser el pueblo más bonito de La Rioja alvesa. Un pueblo rodeado de murallas, al que se accede por algunas de las antiguas puertas de la ciudad. Calles empedradas y con ese aspecto medieval que tanto me gusta, muchos turistas por sus calles, muchos establecimientos y edificios importantes. Visitamos la Torre abasial por 2€, pero nos decepcionó un poco. A parte de subir donde están las antiguas campanas y de algunas vistas desde la parte más alta, la torre no tenía ningún encanto. Nos recorremos las calles hasta salir por otra de las puertas de la ciudad y buscar las motos para continuar nuestro camino hacia Haro. La chica de la torre nos recomienda que hagamos una parada en la localidad de San Vicente de la Sonsierra.



Salimos por la LR-132 y no tardamos en divisar entre los campos de viñedos el castillo de San Vicente. Entramos en la localidad por calles formadas por casas señoriales y palaciegas, y siguiendo la indicación del castillo, no tardamos en llegar al conjunto formado por los restos de las antiguas murallas, los túmulos funerarios, las casas cuevas, el castillo y la Iglesia de Santa María la Mayor. De forma libre exploramos todo este conjunto, quedándonos maravillados con la iglesia y con las vistas desde la torre del castillo. Bajo nuestros pies se puede ver pasar el río Ebro bajo el puente medieval de la ciudad.



Salimos de la localidad hacía Briones, enlazando allí la N-232 para llegar a la localidad de Haro, capital del rioja. Nos sentamos en la Plaza de la Paz en un establecimiento donde comimos bastante bien con caldos de la tierra y platos tradicionales de la tierra. Un paseo por sus calles para contemplar algunos de sus palacios y la fachada de la Iglesia de Santo Tomás Apóstol. Por desgracia, a la hora que era estaba todo cerrado y no pudimos visitar ninguno de sus edificios más emblemáticos. Además, el tiempo corría y aún nos faltaban algunos pueblos por ver.


Cogimos la LR-111 en dirección Santo Domingo de la Calzada. Muy rectilínea y con poco interés para rodar en moto. Llegamos a la localidad y nos encontramos con los restos de sus imponentes murallas. El acceso al centro de la localidad está restringido al tráfico, así que aparcamos cerca de uno de los paradores de turismo, que es un antiguo hospital de peregrinos y nos pusimos a caminar por esta bonita ciudad, hasta encontrar su catedral. Tras pagar los 5€ que cuesta la entrada nos dispusimos a visitar todos los rincones posibles, incluidos el laberinto de sus tejados. Pero lo que más nos llamó la atención fue encontrar en un habitáculo cercano a la tumba del santo, un gallo y una gallina que están allí para recordar el milagro del gallo y la gallina. Nos quedamos maravillados con la belleza de esta catedral y sus tesoros.



Aún nos quedaba San Millán de la Cogolla, para ver el monasterio de Yuso, aunque Pedro ya me advirtió que él no entraba a ver más santos ni piedras. Que me esperaba en un bar.
El camino hasta esta localidad sí nos permitió volver a divertirnos con nuestras motos, con un paisaje más variado y con un trazado de curvas de diferentes radios, que nos sacó una sonrisa.


Impresionante el complejo del monasterio, pero por desgracia, volvimos a llegar tarde para poder visitarlo, así que, tras las fotos pertinentes, decidimos volver a Nájera y visitar Santa María la Real.
¡Espectacular! Nos llamó mucho la atención ver que las figuras que estaban en la hornacinas del claustro estaban decapitadas, y nos explicaron que los soldados franceses, durante la Guerra de la Independencia, practicaban puntería con sus rifles, disparando contra las figuras. Impresionante la iglesia, con las tumbas de algunos de los reyes de Nájera, y la cueva donde cuenta la leyenda, que uno de sus reyes encontró la imagen de la Virgen con el Niño y mandó edificar este edificio.




Para cenar, fuimos al Buen Yantar, el cual os recomiendo si paráis en Nájera.
Para el regreso lo hicimos bajando hasta Madrid por la nacional que une Logroño con Soria. No os imagináis el coraje que tenía por no haber puesto las cámaras a grabar y haberlas dejado guardadas en el macuto. De los mejores itinerarios que hicimos a lo largo de este viaje. Tengo en mente volver, porque me han quedado muchas cosas por ver y por conocer, y muchas carreteras por disfrutar.
Lo mejor del viaje: las personas que hemos encontrado, sus vinos, sus pueblos, su buen comer y, por supuesto, mi compañero de viaje: Pedro; un tío excepcional con el que poder compartir unos días de viaje. Deseando repetir un viaje así.
Nos vemos en la carretera.
LAGUARDIA EN VÍDEO
SAN VICENTE DE LA SONSIERRA EN VÍDEO
SANTO DOMINGO DE LA CALZADA
SAN MILLÁN DE LA COGOLLA
NÁJERA

jueves, 9 de agosto de 2018

POR COSTAS GADITANAS: ZAHARA DE LOS ATUNES Y TARIFA

Ni que decir tiene, que las playas gaditanas son muy apreciadas por los veraneantes, a excepción de los días que corre fuerte viento, y te hartas de comer arena en la playa. Pero al margen de eso, la costa gaditana tiene muchos pueblos interesantes para conocer y tiene tramos de carretera que son una delicia para disfrutar de nuestras monturas, tomando algunas curvas mientras el océano o el mar impregnan el aroma del camino, surcando mares de aerogeneradores, que pueblan esta zona de Andalucía.
Hace un par de años, organizamos un fin de semana por estas tierras, ya que en el libro "Descubrir Andalucía en Moto", le tengo dos rutas dedicadas a esta zona. Por diversos contratiempos, no pude terminar de filmar entera ninguna de las dos rutas, pero dejé archivados algunos vídeos para cuando me pudieran hacer falta.

Pues bien, recientemente, hemos vuelto a esta zona y hemos filmado la ruta de los Almohades y Almorávides I, que nos conduce hasta localidades con encanto como Zahara de los Atunes, Tarifa y Algeciras; en esta ocasión no hemos parado en Baelo Claudia porque ya lo tenía filmado de esa anterior ruta que os he comentado, y del mismo modo, tampoco hemos entrado en Algeciras, porque si te soy sincero, cuando la visité hace un año, no me llamó mucho la atención. De todas formas, la próxima vez que vaya le dedicaré más tiempo.
Comentarte que me agradó mucho encontrar la carretera que une Arcos de la Frontera con Medina Sidonia en muy buen estado, a excepción de un par de kilómetros antes de llegar a Paterna de Rivera.
Del mismo modo, la carretera que une Medina Sidonia con Vejer de la Frontera (que visitaremos en una próxima ruta) está en un estado estupendo, que invita a rodar más rápido de lo que aconseja la vía, pero que nosotros no hicimos, porque siempre respetamos las normas de circulación.
A partir de Barbate, comenzamos a rodar junto al océano, disfrutando de una brisa fresca que hacía muy amena la ruta, mientras rodábamos contemplando las playas de arena fina de este litoral.
En Zahara de los Atunes no nos entretuvimos mucho porque vimos que todos los locales estaban hasta la bandera y no había demasiado sitio para aparcar las motos, así que nos acercamos a la playa para sacar algunas fotos del castillo de la Almadraba, que está en un estado de abandono lamentable, y salimos en dirección Tarifa, entrando en otro mar de aerogeneradores, que parecían gigantes cuando pasábamos junto a ellos por la estrecha carretera que nos conduce hasta la N-340.
En el camino nos encontramos el cruce para acceder a las ruinas de Baelo Claudia, pero en esta ocasión no nos acercamos hasta allí, sino que seguimos porque nos estaba esperando un amigo en Tarifa. No tardamos en aparcar las motos junto a la playa y al espigón que permite acceder al lugar más al sur de Europa, donde se unen el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico, pero se nos ocurrió tomarnos algo en el chiringuito que estaba justo al lado de donde aparcamos; ¡muy chulo!, pero ¡qué clavada!.



Paseo por Tarifa y nos acercamos hasta el mirador del Estrecho, entre Tarifa y Algeciras. Buen sitio para comer unos bocadillos para no tener que esperar demasiado en un restaurante cuando se junta tanta gente para rodar. Foto de rigor con África a nuestra espalda y seguimos hasta Algeciras, donde tomamos la A-7 en dirección Málaga hasta encontrar el desvío hacia Jimena de la Frontera (A-405).


Esta carretera, aunque cambia de nombre en Gaucín, nos conduce hasta la milenaria ciudad de Ronda, disfrutando de un estupendo recorrido serrano, lleno de arboladas, montañas y valles, así como algunos pueblos de interés como Castellar o Jimena de la Frontera por decir alguno.



Una estupenda ruta que disfrutamos de lo lindo en muy grata compañía y que nos hizo disfrutar de la sierra y del mar.
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