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TU BLOG DE RUTAS POR ANDALUCÍA

domingo, 23 de agosto de 2015

VACACIONES 2015 (10 y 11 de agosto)

Lunes 10 de agosto: Las vacaciones van llegando a su fin y hoy hay que comenzar a bajar hacia el sur. Pero antes, claro está, hay que perderse por las calles de Segovia. He estado ya tres veces, pero nunca deja de maravillarme pasear entre sus callejas y sorprenderme ante la grandiosidad del acueducto, su preciosa catedral o su majestuoso alcázar. Mis compañeros y yo quedamos en el aparcamiento de motos que hay a los pies del acueducto, mientras que yo, después de mil vueltas con el coche, tengo que optar por aparcar en el parking subterráneo (menuda clavada). Una vez reunidos a los pies del acueducto y de las obligatorias fotos de recuerdo, comenzamos a caminar para subir hasta la plaza mayor, donde se encuentra la catedral y que visitamos durante aproximadamente una hora. Hay mucho para ver y para contemplar despacio. Manolo comenzó a notar molestias en los pies ya que la bota se había roto por el forro y se clavaba el metal de la punta de la bota. A pesar de todo fue capaz de darse la caminata para acercarse a contemplar el alcázar. Por motivos de tiempo y porque el grupo estaba dividido, optamos por dejar la visita y volver hacia los vehículos para comenzar el regreso. En nuestro camino nos encontramos un local de tapas y hamburguesas ambientado en el mundo biker, y no quisimos dejar pasar la oportunidad de entrar a tomar una cerveza. Fueron muy amables al decirles que veníamos de ruta desde el sur y nos obsequiaron con algunos presentes. Viendo la hora que era, optamos por acercarnos a alguno de los establecimientos que hay cerca del acueducto y allí almorzamos antes de emprender nuestro camino hacia Ávila.
Acueducto de Segovia

Catedral de Segovia

Alcázar de Segovia

Bajando por la N-110 no tardamos nada en encontrarnos con las murallas de Ávila. Mis compañeros se aventuraron a pasar intramuros con las motos, pero yo me tuve que conformar con aparcar en zona azul y adentrarme en el casco histórico después de subir una empinada subida. Sin ni siquiera proponérnoslo, coincidimos en la plaza mayor (creo que hemos desarrollado un instinto que nos conduce hasta ellas), donde dimos cuenta de un agradable café en una de sus muchas terrazas atestadas de turistas. El tiempo de la zona azul corría y teníamos una caminata hasta el coche, así que mientras mis compañeros se quedaban un rato más en la terraza, Flori y yo nos dimos un paseo hasta la catedral, aunque fuera para verla por fuera y contemplar los diferentes palacios que se encuentran entre sus calles. De regreso hacia el coche me llevé una agradable sorpresa. Saliendo de un hotel nos encontramos con Agus de Más+Gas y toda su familia. Si eres lector de la revista MondoBiker lo conocerás por sus reportajes firmados como el "GordoVeloz". Allí estaba con su familia y con "Lobo", un biker de Ávila que se había prestado a hacerles de guía. Después de los saludos y la sorpresa fuimos echando un paseo en busca de las murallas, donde allí tuvimos que despedirnos a pesar de la insistencia de Lobo de que nos quedáramos en Ávila para pasarnos a conocer la sede de su club. Después de prometerle que así lo haríamos en otra ocasión nos despedimos y llegamos al coche, para recoger a nuestros amigos y continuar nuestro camino.
Murallas de Ávila

Exterior de la catedral de Ávila














Con Agus de Más+Gas y su familia



Interior de la catedral de Ávila
Dejamos Ávila para tomar la N-502 que nos conducirá hasta Córdoba, aunque en nuestro recorrido tenemos dos objetivos para hoy:
Primero, atravesar el Puerto del Pico, que ya lo hicimos en sentido inverso en nuestras vacaciones de 2012 y que nos encantó.
Segundo, regresar a Arenas de San Pedro para volver a bañarnos en las aguas heladas del río Pelayo. Nada más salir de Ávila, nos encontramos con una horda de motoristas  junto a la carretera, que como bien supimos luego, estaban esperando a toda la peña para pegarse una ruta por este conocido puerto de montaña. Para los que conozcáis este tramo de carretera no creo que haga falta que yo diga nada para describirlo, y para los que no lo conocéis, sólo puedo invitaros a que lo atraveséis y que lo disfrutéis. Las palabras no bastan.
Llegamos a Arenas de San Pedro y nos instalamos en la hostería El Bodegón de Gredos, situado justo en frente de la puerta principal del castillo de la localidad. Me pillo una habitación con un gran ventanal con vistas al castillo, dejamos el equipaje, nos ponemos el bañador, y como José e Isabel no tienen muchas ganas de venir a bañarse, nos montamos los cuatro en el coche y nos vamos por la carretera de Candeleda hasta la zona de baño natural del Río Pelayo. Muchos recuerdos se amontonan en la cabeza, pues después de tres años, estábamos otra vez los mismos poniéndonos en remojo tan lejos de casa.
De este día, poco queda más que contar. Cenamos en la terraza de la hospedería, mientras que José nos informaba de su intención de salir a las 7:00 de la mañana para llegar temprano a La Jara, ya que al día siguiente entraba a trabajar y quería descansar. Nosotros queríamos visitar la localidad ya que en nuestro anterior paso por aquí no nos dio tiempo de ver nada del pueblo. Cuando todos se fueron a dormir, Manolo y yo nos quedamos saboreando unos gintonics en el fresco de la noche y hablando del enorme placer que es viajar y conocer nuevos lugares.
Puerto del Pico. Al fondo se ve la calzada romana

Río Pelayo (Arenas de San Pedro-Ávila)

11 de agosto. Hoy es nuestro último día de vacaciones. Poco hay que contar de este día, ya que, una vez que visitamos Arenas de San Pedro, comenzamos nuestro descenso por la N-502 sin pausa pero sin prisas.
A las 7:00 de la mañana me despierto con el sonido de la moto de José, que emprende su camino en solitario para casa. Nosotros habíamos quedado a las 9:00 en el bar de la hostería para desayunar y después de recoger la moto del sitio que nos habían ofrecido para guardarlas y de pagar las habitaciones nos metemos en el castillo para visitarlo. Sorprende mucho. Te imaginas un castillo diáfano en el que se ve todo a simple vista y por el contrario la torre del homenaje está muy bien acondicionada con maniquíes vestidos de época, armaduras,... y en el paseo de ronda se disfruta de muy buenas vistas del pueblo y de la sierra de Gredos que nos queda a un paso. Desde aquí subimos al Palacio del Infante D. Luis, tras caminar por la bulliciosa calle de la Triste Condesa, y de regreso a las motos nos paramos a visitar la iglesia:oscura pero con una estampa sobrecogedora en su interior.
Son más de las 11:00 de la mañana y nos quedan más de 500 kms. Antes de partir le mandamos un "wassap" a José para saber cómo le va y nos sorprende diciendo que ha optado por un recorrido diferente al nuestro para hacer algo de turismo, bajando por Oropesa de Toledo y por la carretera de Guadalupe... Son más kilómetros pero seguro que los disfruta, ya que esas carreteras las conocemos y sabemos que son una pasada para rodar en moto. Nos ponemos en marcha y poco hay que contar. Sobre las 21:00 llegamos a casa después de ocho días de viaje, de un montón de lugares visitados, con unos cuantos kilos más puestos alrededor de la barriga y con ganas de repetir de nuevo esta experiencia, y si es con tan buena compañía, mejor aún.

Ntra. Sra. de la Asunción (Arenas de San Pedro)


Castillo de D. Álvaro de Luna


Gredos desde el castillo

Palacio del Infante D. Luis

NOS VEMOS EN LA CARRETERA
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sábado, 22 de agosto de 2015

VACACIONES 2015 (8 y 9 de agosto)

Sábado 8 de agosto. Amanece temprano. Hay muchas cosas que queremos visitar antes de dirigirnos hasta Peñafiel (Valladolid) y a las 8:00 ya están los vehículos fuera del galeón y la factura pagada. El cielo está plomizo y algunas gotas nos caen encima de forma intermitente mientras nos preparamos para salir hacia Calatañazor, que llevaban varios días recomendándonos. Es un pueblo situado a unos 30 kms de El Burgo de Osma por la N-122 ,por lo que intuimos que en 20 minutos estaremos allí para desayunar. El itinerario es muy divertido para rodar en moto a buen ritmo bailando con la moto en las curvas, pero nada más salir a la carretera comenzó a llover con algo más de fuerza. Alguna ventaja debería tener haber venido en coche. Llegamos a Calatañazor y nos encontramos con un pueblo donde parece que el tiempo lleva parado varios siglos. Ha dejado de llover, pero entre el cielo nublado, las rocas y las maderas de las casas oscurecidas por el agua, se respira un tanto de melancolía en el ambiente, a la par que una gran tranquilidad. Nos acercamos al restaurante El Mirador de Almanzor (¿te suena eso de "Calatañazor; donde Almanzor perdió el tambor"?. Por 5€ por persona nos pegamos un desayuno a base de zumo natural, café, tostada en pan de pueblo, mantequilla casera, jamón, queso y bollería casera recién horneada. Con la barriga bien llena, nos dimos un agradable paseo por las estrechas calles porticadas de la localidad hasta llegar a los restos del castillo defendido por uno de sus flancos por un desfiladero habitado por diferentes aves rapaces.
Sin lugar a dudas, un lugar muy recomendable.
Calle principal de Calatañazor


Recuerdo a Almanzor

Castillo de Calatañazor



Murallas de Calatañazor
De regreso a El Burgo de Osma, dejamos los vehículos aparcados junto a la nacional que atraviesa la localidad y regresamos a la Calle Mayor. Allí dedicamos parte de la mañana a visitar el antiguo Hospital de San Agustín, convertido hoy día en la sede de la oficina de turismo, donde también hay una exposición muy interesante sobre el yacimiento romano de la cercana Uxama. Caminando por la bulliciosa calle mayor llegamos a la sorprendente Catedral. Si su exterior nos dejó con la boca abierta, cuando accedimos a su interior y al imponente claustro nos quedamos maravillados ante tanta majestuosidad y belleza. Al salir de la catedral accedimos por una de las antiguas puertas de la muralla a uno de los puentes medievales sobre el río Ucero, desde donde podíamos contemplar el castillo de Osma.
Entrada principal de la Catedral de El Burgo de Osma

Claustro de la Catedral

Interior de la catedral de El Burgo de Osma





Murallas desde uno de los puentes sobre el río Ucero
Mirador de La Galiana
No podíamos dejar esta zona sin acceder primero al mirador sobre el Cañón del Río Lobos, y más aún, sabiendo que sólo había una distancia de unos 15 kms. El itinerario es más bien rectilíneo hasta llegar a la localidad de Ucero. Una vez que sobrepasas el río sobre su antiguo puente bajo la atenta mirada de su castillo, la carretera comienza a serpentear entre los bosques y las montañas, siendo más acusada la pendiente y el trazado a medida que comienzas a subir el puerto de Galiana. En su mirador las vistas del cañón son impresionantes, y asomado a su impresionante tajo te entran ganas de gritar eso de: "¡Soy el rey del Mundo!"
Cañón del Río Lobos


A nuestro paso por la localidad de Ucero

Al salir de El Burgo de Osma, nos dimos cuenta que era ya casi la hora de comer, así que decidimos para a hacerlo en la localidad vecina de San Esteban de Gormaz. Después de marearnos para aparcar buscando el centro, optamos por dejar los vehículos en unos aparcamientos cerca de la oficina de turismo. Preguntamos en varios establecimientos pero se ve que allí solo ponen aperitivos. Si quieres comer te tienes que ir a un restaurante. Preguntando, nos indicaron una venta situada a la entrada de la localidad, detrás de la gasolinera, donde pudimos saciar nuestra hambre, que después de tantas vueltas ya era mucha, aunque, con la caraja del chico que nos atendió, todavía podíamos estar allí pidiendo. Vemos que las horas han pasado más rápidas de la cuenta, aún nos queda un largo camino hasta Peñafiel y cuando lleguemos tenemos que buscar alojamiento y un lugar donde dejar las motos, así que ponemos la directa y nos lanzamos a la N-122 en dirección Valladolid. Por culpa del tiempo decidimos dejar atrás Aranda de Duero. Los kilómetros pasan rápidos, y sobre las 19:00 llegamos a Peñafiel. Al parar en una gasolinera un chico nos conduce a un hostal que nos dice que está muy bien y que es económico, aunque las motos tendrían que dormir en la calle, y está un poco escondida, por lo que nos aventuramos a buscar otro alojamiento. Tras varias indicaciones, llegamos al hostal Pili, situado en la travesía de la localidad y nos ofrece alojamiento y desayuno por 40€. El trato estupendo; las habitaciones prefiero reservarme los comentarios. Dejamos el equipaje en las habitaciones y salimos a explorar el terreno paseando por el centro de la localidad hasta llegar a la Plaza del Coso, desde donde se podía contemplar el castillo en todo su esplendor. Después de unas cañitas, mientras regresamos al hostal para ducharnos, visitamos algunas de las iglesias de la localidad, que nos encontramos abiertas después del horario de misa. Para cenar nos recomiendan una taberna de pinchos y tapas pero resulta que ese fin de semana están de celebración los "quintos" y tienen el local a rebosar, por lo que dirigimos nuestros pasos hacia una sidrería que está en la misma calle y que está atendida por jóvenes y guapas señoritas. Cenamos estupendamente, pero sin lugar a dudas, el postre fue de lo mejor que nos llevamos a la boca. Desde allí nos dirigimos hacia, lo que supuestamente, es la discoteca. No hay ni un alma, así que tranquilamente nos tomamos una copa mientras bromeamos sobre las anécdotas del día.
Domingo 9 de agosto.
A la mañana siguiente, tras el desayuno y despedirnos de nuestro casero, tenemos intención de subir a visitar el castillo, pero nos encontramos que la subida está cortada porque hay un evento ciclista y queda prohibida la subida al monumento más importante de la localidad, ya que la comitiva pasará por allí. Cambio de planes: decidimos acercarnos a visitar las bodegas de Protos, que se encuentran en el interior de la colina del castillo, pero al llegar vemos un cartel en grande que dice que sólo se permite la visita si se ha reservado con anterioridad. ¡A tomar por culo!... Arrancamos las motos y salimos pitando de Peñafiel hacia Sepúlveda por la SG-241.
Plaza del Coso (Peñafiel)

Castillo de Peñafiel


En la puerta de las bodegas de Proto

Llegando a Sepúlveda
Sepúlveda es un bello pueblo medieval de la provincia de Segovia, situada junto al P.N. del Río Duratón. Una vez que atravesamos sus murallas y conseguimos aparcar los vehículos, nos dirigimos a hacia la plaza mayor, para no perder la costumbre de tomarnos un refrigerio con la llegada del mediodía. Tras recobrar fuerzas, nos dejamos embrujar por los encantos de esta vieja localidad perdiéndonos entre sus empedradas calles, buscando rincones con encanto, antes de volver a nuestros vehículos.
Plaza Mayor de Sepúlveda

Una de las puertas de las murallas

Ntra. Sra. de la Peña (Sepúlveda)






 Abandonamos Sepúlveda y nos dirigimos por la SGP-2322 hasta nuestro siguiente destino: Pedraza. Posiblemente la peor carretera que cogemos en todo nuestro viaje. Con un ritmo cansino provocado por el mal estado de la calzada, conseguimos llegar a la turística localidad, que cada fin de semana es asaltada por multitud de madrileños, que se acercan a estas tierras a comer el cochinillo y el lechazo. Mi objetivo es visitar, su castillo, que se encuentra en una explanada, un tanto alejado del resto del casco histórico. La visita es guiada y tiene unos horarios establecidos que pillamos de chiripa. Allí nos enteramos que el castillo pertenece a la familia del pintor Zuluaga (el que salía en los billetes de 500 pts), que lo adquirió por un precio de 13000 pesetas. Unos 78€ actuales. Allí pudimos ver, además de los jardines y las murallas, una exposición permanente de obras del pintor y de otros artistas como el Greco, que se encuentran en la torre del homenaje. Después de la visita, nos dimos un paseo por el resto de la localidad, que bullía de turistas y viendo que los precios eran un tanto elevados para nuestros maltrechos bolsillos después de varios días de viaje, decidimos enfilar nuestros pasos hacia Segovia, con la idea de parar a comer en alguna venta de carretera. Fue una suerte tomar esta decisión, porque nos encontramos a pie de carretera en la localidad de Collado Hermoso la Ta-Berna. Un mesón regentado por Bernabé, que es oriundo de Montellano (Sevilla) y además aficionado a las motos. Nos atendió de maravilla y nos ofreció un cochinillo asado que nos supo a gloria. Con la cercanía de la Sierra de Guadarrama, nos contó que casi todos los fines de semana tenía por allí a muchos aficionados con harleys que venían desde Madrid. Nos recomendó que para hacer noche en Segovia nos acercáramos al hostal Magullo, que nos íbamos a encontrar tal y como entráramos en Segovia por la N-110
Sobran las palabras.
Castillo de Atienza



Castillo de Atienza
Efectivamente, no encontramos ninguna dificultad para encontrar el hostal Magullo. Al llegar a su puerta, se me viene a la cabeza que en mi primer viaje a Segovia con mi vulcan 500, allá por el 2001, también me alojé en este hostal. Queda un poco retirado del centro histórico, pero es confortable y tiene un buen precio. Dejamos rápidamente las cosas en la habitación y salimos a toda pastilla, porque nuestro destino para esta tarde es visitar el palacio de La Granja. Son 9€ acceder al palacio, pero merece la pena. Sencillamente espectacular. Después de un buen rato paseando por las distintas dependencias, nos vamos a pasear por los jardines. Es una pena que las fuentes estén apagadas y no luzcan en todo su esplendor. Con los pies cansados de tanto andar por los jardines, y eso que no vimos ni la mitad de toda su extensión, optamos por salir a las terrazas que se encuentran cerca del palacio para tomarnos un aperitivo antes de volver al hostal. Ducha rápida y nos vamos a los pies del acueducto para cenar. Mañana será otro día
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En Ta-Berna de Collado Hermoso (Segovia)
La Granja de San Ildefonso

Jardines y fuentes de La Granja




jueves, 20 de agosto de 2015

VACACIONES 2015 (6 Y 7 de agosto)

Castillo de Sigüenza
Amanece nuestro tercer día de vacaciones. Hoy no tenemos demasiada prisa y nos vamos tranquilos a desayunar a la Plaza Mayor, mientras contemplamos la imponente fachada de la catedral y nos entretenemos mirando los agujeros de balas que hay alrededor de las saeteras de la torre. Está claro que por el sur las tostadas están más ricas y no te clavan tanto como por aquí. Tras desayunar, nos salimos por una de las antiguas puertas de las murallas que protegían la ciudad medieval, y haciendo caso a un paisano nos damos un agradable paseo por los alrededores de las murallas hasta llegar al castillo que corona y defendía la localidad. Hoy día convertido en Parador de Turismo, sólo se puede visitar lo que fue el patio de armas (jardines del parador) y la cafetería. De todas formas, su presencia es imponente. Bajamos por las callecitas que se internan en el barrio medieval y exploramos "nuestro" barrio a la luz del día disfrutando de sus rincones.
Jardines del Parador de Sigüenza



Catedral de Sigüenza

Puerta de Hierro (Sigüenza)
Tras recoger nuestros vehículos...-¿Os he dicho ya que yo iba en coche y ni me acordaba de mi moto?-... Salimos de Sigüenza por una estrecha carretera, con alguna que otras irregularidades en el asfalto en dirección a Medinaceli (Soria). Al llegar a dicha población, nos encontramos una ciudad moderna de anchas avenidas y edificios nuevos... nada parecido a lo que esperábamos, pero enseguida vemos las indicaciones de la Medinaceli antigua, y siguiendo dichas indicaciones empezamos una fuerte subida que nos conduce hasta dicha población, pudiendo contemplar desde lejos la forma cuadrada de su castillo, hoy convertido en cementerio. Al entrar en el pueblo te encuentras con un arco romano junto a la carretera y al adentrarte más comienzas a circular por edificaciones antiguas construidas con recias piedras. Buscamos la Plaza Mayor para dejar los vehículos y a partir de ahí comenzamos a explorar a pie sus calles y la iglesia parroquial para contemplar su famoso Cristo de Medinaceli.
Plaza Mayor de Medinaceli

Arco romano de Medinaceli

Cristo de Medinaceli

Castillo de Medinaceli
Por una bonita carretera que pasaba junto al río Jalón, dentro de un cañón, llegamos hasta la localidad de Arcos de Jalón. donde dimos buena cuenta de la comida, acompañada de vino de la tierra (con moderación). Tras la comida pusimos la directa hacia el norte para entrar en la provincia de Zaragoza buscando la localidad de Calatayud. Mientras nos adentramos entre sus calles buscando el casco histórico me di cuenta que me había equivocado en la planificación del día... Nos habíamos distraído mucho en Sigüenza por la mañana y aún nos quedaba mucho por ver. Enseguida nos dimos cuenta que Calatayud necesita un día entero para disfrutarla, así que le preguntamos a la primera persona que nos tropezamos que era lo más imprescindible que había que ver de Calatayud. Resulta que era una estudiante de turismo y se ofreció a acompañarnos y enseñarnos el barrio judío y algunos de los cinco castillos que defendían la ciudad, dándonos en una hora una lección estupenda de arquitectura y de historia.
Calatayud (Zaragoza)

Calatayud (Zaragoza)

Castillos y murallas de Calatayud sobre el barrio mozárabe

Salimos rápido de Calatayud y nos adentramos en una preciosa carretera con un trazado muy divertido (A-202) para llegar al Monasterio de Piedra. Cuando llegamos a la taquilla (18:40), vemos dos cosas que no nos gustan: 15€ por persona y último pase para la visita 19:00... Para colmo nos indican que se necesita un mínimo de dos horas para verlo y aún estamos a más de 150 kms de Sigüenza. No sirve de nada llorarle para que nos deje echar un vistazo rápido, así que buscamos los vehículos y continuamos por la misma carretera hasta Molina de Aragón, donde su soberbio castillo nos da la bienvenida. Como va siendo tarde, buscamos una agradable plazuela para refrescarnos y hacer planes para volver en otra ocasión para visitar el Monasterio de Piedra y Calatayud.... Y ya puestos también Molina de Aragón, ya que hemos llegado cansados y no nos apetece ponernos a visitar esto. Preferimos relajarnos, cerveza en mano, ya que nos queda un buen tirón hasta nuestro palacio medieval regresando por la N-211
Molina de Aragón
Monasterio de Piedra
Molina de Aragón
 Viernes 7 de agosto: hoy toca abandonar nuestro pequeño palacete de Sigüenza y encaminar nuestros pasos un poco más hacia el norte para buscar la localidad soriana de El Burgo de Osma. A nuestro paso nos esperan bellas carreteras de esas que te hacen disfrutar de tu moto (pero yo sigo sin acordarme de mi moto), pasando entre desfiladeros y junto a localidades que conservan restos de las murallas que un día las defendieron, como es el caso de Rello. Tenemos prevista hacer una parada en Berlanga de Duero, y mientras nos vamos acercando a esta localidad entre campos de girasoles amarillos como la camiseta del Cádiz, que contrastan con el verde de los bosque, empezamos a observar en la lejanía la silueta del castillo de esta localidad y la muralla que un día protegía la villa. Paramos junto a las puertas del castillo y compramos las entradas para visitarla. La empinada cuesta que conduce a la fortaleza y el calor del día hacen desistir a Paqui e Isabel, que se ofrecen para esperarnos en la Plaza Mayor tomando un refresco. Los demás hacemos de tripas-corazón y comenzamos el ascenso entre risas y jadeos. Allí nos espera una joven guía que nos cuenta todos los pormenores de la fortaleza y sus curiosidades. Al bajar, nos adentramos entre sus calles y al encontrar la colegiata, traspasamos sus puertas para quedarnos maravillados con su imponente retablo. Otro cantar, fue el encuentro de la señora que estaba al cuidado de la colegiata, que no nos dejaba ni respirar con su incesante: -¡No fotos!, ¡No pisen la alfombra!, ¡No fotos!.
Molina de Aragón
Castillo de Berlanga de Duero


Colegiata de Berlanda de Duero
Retablo de la Colegiata de Berlanga de Duero

Al reunirnos con el resto del grupo, seguimos con la tradición de refrigerarnos por dentro para el siguiente tirón. Nos aconsejan que no sigamos el camino que teníamos previsto porque es más largo y que tomemos un atajo por Morales y Recuerda para llegar hasta Gormaz, que será nuestro siguiente destino antes de llegar a El Burgo de Osma. La carretera lamentable: estrecha y bacheada como si la hubiesen bombardeado. Menos mal que eran pocos kilómetros. Una vez en Gormaz, vemos que la localidad son cuatro casas, pero la imponente fortaleza califal continúa imperturbable la vigilancia de los caminos. Allí nos informan que se puede subir hasta la puerta con los vehículos, pero sólo mi "buen" José se anima a acompañarme a conquistarla. A pesar de estar derruida, su estampa, sus dimensiones y las vistas que ofrece hacen que mereciera la pena la subida. Allí nos indican que nos acerquemos hasta un pueblo cercano llamado Quintana de Gormaz para comer en una pequeña tasca donde la dueña nos daría de comer un menú a estupendo para recuperar fuerzas.






Gormaz (Soria)


Alcazaba de Gormaz

Alcazaba de Gormaz



















Entramos en El Burgo de Osma por la SO-160 encontrando una zona de baño del Río Ucero, lo que nos animó a dejarnos de ver tantas piedras y darnos un baño relajante en algún río de frías aguas. Pero lo primero era encontrar alojamiento. Comenzamos a visitar hostales que los lugareños nos iban recomendando hasta que uno de ellos nos indicó uno a la salida del pueblo en dirección Soria por la N-122 detrás de una gasolinera y que seguramente nos guardaría las monturas. Efectivamente; buen precio, alojamiento aceptable y sitio de sobra para guardar las motos. Mientras rellenamos el papeleo le decimos que nos queremos acercar a la zona de baño que habíamos visto, pero nos dicen que posiblemente está prohibida y nos indica otro lugar mejor muy cerca del hostal para bañarnos en el río Avión, debajo de un puente romano. Al llegar en menos de 10 minutos, vemos una familia que se se está marchando y nos deja para nosotros solos el río...¡ En la gloria estábamos! Un baño de estos despierta a cualquiera. Con la caída del sol volvemos al hostal y tras la ducha y guardar las motos en un galeón, nos damos un paseo buscando el centro de la localidad, encontrando a nuestro paso la Antigua Universidad de Santa Catalina, convertida hoy en día en un hotel balneario que nos dejó a todos con la boca abierta al entrar a su patio interior. Desde allí continuamos bajando por la travesía hasta encontrar la calle Mayor, porticada. Por la tarde-noche queda cerrada al tráfico, pero por la mañana la abren y se puede llegar con la moto hasta la oficina de turismo o hasta la misma catedral. Nos recomendaron un restaurante en la Plaza Mayor muy cerca del ayuntamiento donde dimos buena cuenta de los caldos de la tierra y de sus viandas. De postre un gintonic en la plaza disfrutando del más que fresco de la noche. Menos mal que echamos las chaquetillas.
Llegamos a El Burgo de Osma
Río Avión


Balneario de El Burgo de Osma

Plaza Mayor de El Burgo de Osma

Plaza Mayor de El Burgo de Osma

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