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sábado, 1 de septiembre de 2012

POR TIERRAS LEONESAS Y EXTREMEÑAS (Capítulo V)

9:00 am; abro los ojos con el sonido de la alarma y además de pensar en el sueño que tengo todavía, me embarga un sentimiento de pena al pensar que es nuestro penúltimo día de ruta. Hoy toca comenzar a descender hacia el sur para acercarnos hasta la localidad de Guadalupe, teniendo en nuestro itinerario el paso por el P.N. de Monfragüe y la monumental Trujillo.
Pero antes de montarnos en las motos tenemos un par de tareas pendientes: por un lado la visita a las catedrales, ya que Plasencia cuenta con dos, que están unidas pero no revueltas: la catedral nueva, mucho más recargada, y la catedral vieja, con un claustro por el que es una maravilla pasear.
La otra tarea encomendada era comprar algunos décimos de lotería que nos habían encargado y ya de paso comprar alguno para nosotros. Al entrar en la Plaza Mayor, donde nos habían indicado una administración de lotería, nos encontramos a una persona vestida de cowboy, con sombrero y botas vaqueras así como un chaleco de cuero, que nos saludo de lejos. Le devolvimos el saludo pero todo quedó así. Al acercarnos a la administración después de desayunar nuestra sorpresa fue mayúscula al encontrarnos al cowvoy dentro de la ventanilla. Resultó ser el propietario de la administración, que está registrada como la Nº1 de Plasencia y a nombre de "El Lotero Motero". El sello de nuestros billetes lo confirman. Se salió de la ventanilla y estuvo hablando con nosotros un rato. De hecho hasta nos enseñó algunas fotos de su Sportster. Un tío muy majo. Le dejamos la promesa de volver si nos tocaba el gordo para invitarlo a cenar.
Tras sacar las motos de la cochera y volver a cargarlas, salimos de las murallas para tomar la carretera EX-208 que nos llevaría hasta Trujillo pasando por el PN de Monfragüe. La carretera estaba cojonuda aunque un poco estrecha; pero me decepcionó un poco al encontrarme un terreno más árido, si lo comparamos con los bosques que habíamos atravesado los días anteriores, siendo lo único más destacable la junta del río Tiétar con el Tajo y el Salto del Gitano, donde podíamos ver volar por encima de nuestras cabezas algunas parejas de buitres. Una vez que pasamos de Torrejón Rubio todo el paisaje se tiñó de dehesas y campos de cultivo en un terreno muy llano, que nos permitía ver las rectas kilométricas que se perdían a nuestra vista. Con semejante panorama llegamos a Trujillo, donde entramos buscando la Plaza Mayor para fotografiarnos con el gran conquistador Francisco Pizarro y comer algo allí. También en la plaza nos dimos cuenta que nuestro amigo Manolo Carvajal estaba bien posicionado hace unos siglos, enseñándonos el palacio de sus ancestros. Durante el almuerzo, una pareja muy amable que estaba comiendo a nuestro lado, nos invitó a dejar los bártulos en su farmacia mientras visitábamos la ciudad, lo que fue un detalle a agradecer. Con menos peso sobre nuestros hombros subimos en moto hasta la zona más alta de la ciudad, donde se encuentra la alcazaba, y entre piedras y viejas casas señoriales nos sentimos parte de la historia. Después de tomar el café en el parador (este no nos gustó demasiado) y visitar la iglesia que se encuentra junto a la estatua del conquistador, salimos de la localidad en dirección Guadalupe dando un pequeño rodeo ya que nos habían avisado que las carreterillas más directas estaban hechas una pena. Hasta la localidad de Cañamero el paisaje y el trazado era muy monótono y aburrido, pero en el momento que comenzamos a ascender por la carretera con un firme en muy buen estado y con un trazado serpenteante entre las montañas volvimos a disfrutar de lo lindo. Sobre las 19:30 arribamos a Guadalupe haciendo un alto en uno de los miradores de la localidad si subes por la carretera de Guadalupe sur. Hay que dar más vueltas pero las vistas lo merecen. Aquí tampoco llevábamos nada concertado pero sí tenía vistos algunos hostales por internet, y el que destacaba por precio era el Hostal Alfonso XI, que no tuvimos ningún problema para encontrar, ya que está en la travesía de la ciudad a menos de 50 metros de la plaza de la Basílica de Guadalupe y frente a uno de los laterales del monasterio. El problema es que no había sitio ni en la calle para dejar las motos. La chica que nos atendió nos dijo que iba a llamar a su jefe por si podía guardarnos las motos en una cochera que tenía a 200 metros. ¡Bingo! Las motos volverían a dormir bajo techo. Mientras las chicas se instalaban en las habitaciones con vistas al santuario, nosotros fuimos con el jefe a soltar las motos. Al atravesar la plaza de la basílica, donde se estaban fotografiando unos recién casados, dimos un poco la nota con el ruido de nuestras "burras", pero al atravesar la calle Sevilla, que es una de las más bonitas de la localidad, también lo hicimos ante el asombro de mucho vecinos que estaban sentados al fresco. Lo que se suponía que serían 200 metros, se convirtió en un paseo de casi 2000 metros hasta la otra punta de la ciudad.
Una vez duchados, bajamos a la terraza del bar del hostal para tomarnos una cerveza y allí nos informaron que se celebraba durante el mes de agosto la "Ruta de la Tapa", recomendándonos varios locales donde poder degustar algunas de las tapas que entraban a concurso. De este modo probamos el flamenquín de ciervo, el hojaldre relleno (exquisito) y una carrillera que terminó de saciar nuestro apetito. Con el estómago lleno, tocaba tomarse un gin-tónic para bajar los ardores en alguna de las muchas terrazas que hay en esta población. Resultó que el lugar escogido también era del dueño del hostal, y estaba decorado con viejos carteles de películas que le daban un toque muy guapo. Tras el paseo por algunas de las calles más pintorescas y algunos locales, tocaba irse a descansar, ya que por la mañana íbamos a visitar el monasterio de Guadalupe y la Basílica y después nos esperaban algo más de 300 kilómetros de regreso a casa.
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