El pasado viernes 27 de mayo, aprovechando que tenía el día libre, me planteé salir a dar una ruta en solitario. Como sabía que tenía el día libre desde hacía tiempo, llevaba mucho preparando una ruta para hacer en solitario, realizando un buen puñado de kilómetros, para retomar viejas costumbres. Pero las cosas no siempre salen como uno quiere, y varias circunstancias que me afectaban de un modo un otro, me hicieron cambiar de planes. Debía buscar una ruta que hiciera tiempo que no hacía, que fuera divertida para grabarla con la cámara deportiva y que a la misma vez, que me saciaba de kilómetros, me permitiera estar de regreso a una hora prudencial ya que debía estar presente en un compromiso previo al caer la tarde. Después de mucho pensar, di con la solución: la ruta de Archidona y Alhama de Granada no la hacía desde 2009 (año en el que hice un buen montón de kilómetros para escribir mi libro de rutas); es divertida, con muchas cosas interesantes para filmar y sus 350 kilómetros servirían para calmar mi sed de kilómetros.
A las 7:00 estaba sacando la moto de la cochera, ya que quería aprovechar toda la mañana para rodar y quería evitar la autovía hasta Antequera, así que enfilé mis pasos hacia Campillos, atravesando la sierra de Martín de la Jara y Sierra de Yeguas, y al llegar a Campillos sólo tuve que seguir la A-384 hasta Antequera, que era el punto de inicio de esta ruta. Al llegar a esta bella localidad malagueña, busqué la A-7282 para acercarme hasta Archidona, lo que me permitiría pasar junto a la Peña de los Enamorados (si no conoces su leyenda te la recomiendo). Son pocos kilómetros los que separan estas dos localidades y no tardé en vislumbrar entre la bruma, el perfil de sus murallas sobre el cerro por el que se derrama esta localidad de casas blancas y edificios señoriales. Como hacía poco que me había parado en una anterior ruta en su plaza ochavada, decidí dirigirme directamente al conjunto de las murallas y el Santuario de la Virgen de Gracia. La subida era como la recordaba: curvas de primera en rampas de varios grados de inclinación, bonitas vistas y muchas señoras caminando para mantenerse en forma. La subida merece la pena, ya que te recompensa con bellas vistas y el paseo por la zona de las murallas, así como el santuario.
Después de las fotos de rigor, bajé de nuevo a la travesía de la localidad, donde encontré casi, frente por frente, la carretera que me llevaría a Villanueva del Trabuco. Me encanta este itinerario, aunque a decir verdad, casi todo el itinerario hasta llegar a Alhama de Granada, es una maravilla para rodar en moto, aunque no debes fiarte ni de las curvas ni del asfalto, ya que tiene un aspecto muy resbaladizo, incluso en verano.
Dejando atrás Villanueva de Córdoba, a pocos kilómetros, encontramos el desvío para acercarnos a la Fuente de los Cien Caños. El camino ha mejorado desde la primera vez que lo tomé y en pocos minutos ya estaba en esta bonita zona a los pies de una pared de roca, que es donde nace el río Guadalhorce. Me encontré un señor llenando unas 30 cántaras de agua, que afirmaba que, a pesar del cartel de "AGUA NO POTABLE", el llevaba más de 45 años bebiéndola y nunca se había sentido nada. Desde aquí continué en dirección Zafarraya, acompañado de bonitas vistas y zonas con más vegetación, junto a la Sierra de Alhama.
Dejando atrás Ventas de Zafarraya, la carretera se vuelve mucho más divertida aún y eso me hizo bajar la guardia en un par de curvas, aunque si consecuencias, hasta que en una de ellas, comenzando a bajar, me falló la bomba del freno trasero y tuve que meterme en una especie de mirador mientras iba bajando hierros para hacerme con la moto. ¡Uuuuffff!...¡Si es que voy para viejo!... Desde este punto, tuve que hacer el resto del camino sin freno trasero, así que me tomé con más calma la ruta. Al llegar a Alhama de Granada, hice las fotos de rigor desde el mirador, y me dirigí al casco histórico, donde disfruté de un agradable paseo a 35ºC, con la mochila a la espalda y el casco en la mano (entiéndase la ironía). Un paseo por los miradores de los Tajos, por alguna de sus iglesias, una visita a la cárcel y un buen desayuno para reponer fuerzas. Ya sólo me quedaba acercarme a su famoso balneario árabe y a sus fuentes de aguas termales.
Desde aquí comencé el regreso buscando la A-92 en Moraleda de Zafayona, desde donde puse rumbo en dirección Sevilla, pero al pasar Cuesta Blanca, tomé el desvío de Villanueva de Tapia con el fin de parar a comer en Iznájar, junto a su embalse, y volver por Lucena-Puente Genil y así evitar la autovía.
Una estupenda ruta de la que he disfrutado muchísimo y que te recomiendo si no la conoces.
Nos vemos en la carretera