Si sigues nuestro blog desde hace tiempo y nos conoces un poco ya sabes que somos un grupo de amigos que montamos en motos customs... La mayoría montan en motos japonesas y muy pocos montamos en H-D. Si estás metido en este mundillo de las customs podrás imaginar las continuas disputas que tenemos con la rivalidad entre japonesas y "jarlys".
Yo me tiré 13 años con una vulcan 500 sin ningún problema en la carretera: gasolina, sus cambios de aceite y en una ocasión la mandé carburar. En 2006 cumplí el sueño de comprarme una harley; era una sportster 883, pero una harley al fin y al cabo. Tenía ya tres años pero pocos kilómetros y tenía algunas modificaciones hechas, lo que le daba un aspecto muy guapo. No tardé mucho en descubrir que consumía más aceite de la cuenta y desde entonces siempre iba con una garrafita de un litro en las alforjas para prevenir y de paso para servirles de cachondeo a mis compañeros cada vez que me paraba a ver cómo iba el nivel de aceite.
Fue en 2008 cuando durante las vacaciones de verano por Galicia se me jodió el "solenoide" y me falló todo el sistema eléctrico obligándome a mandar la moto para Andalucía en grúa. El resto del viaje me lo pasé escuchando las bromas de los colegas y diciéndome eso de que si tuviera una "japo" no me hubiese pasado nada. En 2010 pillé un bache bastante pronunciado y la correa secundaria de la transmisión salió a tomar por c... Otra vez regreso en grúa, aunque esta vez me pilló a 16 kms de casa. En verano de 2012 regresando de una ruta por la costa de Málaga y atravesando la sierra se me partió el selector del cambio dejando el cambio de marchas engarrotado. Si, lo has adivinado; otra vez volvió la moto en grúa. El pitorreo por parte de los colegas, tanto moteros como no moteros ya era generalizado. Terminé hastiado de escuchar eso de -"Valiente porquería son las harleys" o -"Estás más tiempo en las grúas que en la carretera". Pero yo seguí con la firme convicción de que simplemente había sido mala suerte y mi moto seguía saliendo a la carretera cada semana para hacer un buen montón de kilómetros. A finales del 2012 volvió a fallar el cambio a la altura de Lebrija, y una vez más hubo que regresar en grúa. Los del seguro ya lo tomaban a broma y fue ahí cuando se fue formando en mi una idea para evitar tantos desastres. Me compraría otra sportster: más potente, con más cilindrada y en esta ocasión no la engordaría para que así el motor no trabajara forzado. Les demostraría a todos esos mamones que tengo por amigos que lo de la 883 es mala suerte y que las harley son tan buenas como las japonesas o quizás mejor. En 2013 me compré mi nueva sportster pero por fugas en las juntas de culatas la tuve que dejar aparcada un par de meses hasta poder meterle mano para arreglarla. ¡Mal empezamos!. A partir de ahí todo fue sobre ruedas, nunca mejor dicho, y los kilómetros se sucedían sin problemas, el motor dejaba atrás a casi todos los compañeros y su ligereza me permitía rodar a gusto por carreteras ratoneras. Ha sido el fin de semana pasado cuando me he llevado el palo. Salimos el sábado por la mañana mi novia y yo con toda la ilusión dirección Mojácar para conocer esa zona de Almería. Todo iba bien, hasta que al llegar a Mojácar, subiendo la cuesta que conduce hasta el centro de la localidad la correa de la transmisión decide romperse y salir despedida, gracias a Dios sin ningún tipo de incidente para nosotros, pero el fin de semana en moto por las costas de Almería se fue a la mierda y hoy todavía estoy esperando que llegue mi moto a Lantejuela.
Siempre había oído hablar de que las harleys tenían un motor robusto e infatigable, que sólo utilizaban los mejores componentes y que tenían una gran durabilidad. A mí se me ha comenzado a caer ese mito. No sé si la culpa es mía, si le exijo mucho a mis sportster o si son las motos de mayor cilindrada las que se ajustan a esos parámetros de durabilidad y resistencia. Lo que está claro es que conmigo en nuestro grupo de amigos los de la company van a vender pocas motos entre los customs-bikers, porque con mi lista de averías esta gente se compran mejor un mobylette.
Una vez más me toca ser el blanco del cachondeo de mis colegas y de los comentarios del tipo: -"Cambia ya la p...harley por una japonesa"..."Con una japonesa eso no te habría pasado"...
Pero ahora entiendo lo de la supremacía de las Harley-Davidson: no hay ni uno del grupo que me gane a montar sobre la grúa. Estoy estableciendo un record mundial y seguro que todas las aseguradoras se darán de tortas por tenerme entre sus abonados. Cada vez que me cruzo con una grúa en la carretera me saluda el conductor. Yo creo que me tienen fichado en la central.
¡PUTAS "JARLYS"!
Nos vemos en la carretera.
miércoles, 27 de agosto de 2014
jueves, 21 de agosto de 2014
RUTA A ALBURQUERQUE-BADAJOZ
Por una cosa u otra, llevaba todo el verano sin poder salir a hacer una ruta de fin de semana; ni en moto, ni en coche, ni en nada.... Simplemente este verano se ha presentado de una forma que no ha dejado tiempo para poder salir unos días y desconectar de todo, pero las cosas hay que afrontarlas como van llegando y hay que adaptarse... ¿¿Sólo dos fines de semanas sin compromisos y sin tener que currar mi novia?? Pues hay que aprovecharlos... Tenía en mente algunos posibles destinos para visitar este verano y por casualidades me encontré en la red un cartel publicitario de las fiestas medievales en la localidad de Alburquerque (Badajoz) y enseguida mi cerebro me llevó al año 2007, puente de mayo: mi colega Tan, nuestras respectivas parejas y yo pasamos por esa localidad camino de Ciudad Rodrigo desde Badajoz, y me quedé con la imagen grabada del enorme castillo que corona el montículo de piedra sobre el que se asienta la localidad, así que mandé un par de wasshap al grupo de amigos con los que suelo rodar con la propuesta para irnos de fin de semana y no tardaron mucho en apuntarse algunos colegas.
El pasado sábado 16 de agosto nos vimos con los ojos legañosos en la Nueva Andalucía, que es una venta de carretera junto a la A-92 a la altura de Paradas que ya nos ha servido en más de una ocasión como punto de encuentro. Con los depósitos llenos nos pusimos a las 7:30 de la mañana en dirección Sevilla cinco motos con dos tripulantes cada una. Poco tráfico a esa hora y el sol apareciendo a nuestras espaldas como si quisiera alcanzarnos para abrasarnos con su calor. Siguiendo la SE-30 conectamos en pocos minutos con la A-66. El plan era adelantar por la autovía algunos kilómetros para llegar a la hora de comer a nuestro destino, así que subimos por una autovía casi desierta hasta que nuestros estómagos empezaron a rugir exigiendo un buen desayuno que calmara su hambre matutino. Santa Olalla del Cala como tantas otras veces fue el lugar elegido para desayunar y comenzar a subir la N-630, antigua Ruta de la Plata, encontrando a nuestro paso frecuentes indicaciones del camino de Santiago. La verdad es que fue un gustazo rodar por esa carretera prácticamente vacía, a pesar de que una vez que pasamos la localidad de Monesterio el paisaje se vuelve árido y llano y te asalta una sensación de desasociego cuando ves los negocios que te vas encontrando en el camino devastados y abandonados por la falta de clientes por culpa de la autovía. Está claro que para aquellos a los que sólo les interesa llegar a su destino la autovía es el medio más rápido para alcanzarlo, pero ¿dónde queda el espíritu romántico de los viajes por carretera? Cuando el camino en sí es el propio destino... Supongo que por eso siempre que puedo rodar por alternativas a la autovía no me lo pienso.
Pocos kilómetros después de pasar Mérida llegamos al desvío que nos llevaría a Alburquerque, así que aprovechamos nuestro paso por la pequeña localidad de Aljucén para tomar una cerveza para refrescarnos y acercarnos hasta la iglesia parroquial de San Andrés Apóstol (siglo XVI). Desde aquí comenzamos a rodar por EX-214 pasando junto a multitud de explotaciones ganaderas envueltas por dehesas salpicadas de encinas. El asfalto estaba en buenas condiciones y el trazado te permitía mantener un ritmo constante sin tener que tocar freno ni embrague. Serían los últimos 20 kilómetros cuando la cosa se animó comenzando a levantarse el terreno y rodamos entre colinas hasta que a lo lejos, camuflada entre las rocas de una de ellas se vislumbraba la silueta del castillo de la localidad. A medida que te ibas acercando iban contemplando el aspecto imponente de la fortaleza. Al llegar a la localidad lo primero que hicimos fue buscar alojamiento ya que salimos a la aventura sin nada concertado. Por desgracia, se ve que la fiesta medieval que se celebraba ese fin de semana tiene bastantes visitas porque todos los alojamientos estaban cubiertos. La primera reacción fue buscar alojamiento en alguno de los pueblos cercanos ya que aún era temprano pero nuestro intento no obtuvo resultados positivos a pesar de la ayuda de algunos paisanos. Plan B: buscar por internet un hotel en Badajoz, que está a 44 kms de Alburquerque. ¡Bingo! Cerca del centro por 40 euros y derecho a garaje (hotel Lisboa). Después de hacer la reserva y así saber que nuestros cuerpecitos podrían dormir bajo techo nos fuimos a comer tranquilos y luego a disfrutar de la localidad. Cafelito en la Ermita, un bar montado en lo que en otros tiempos fue una antigua ermita y a partir de ahí a zambullirnos de lleno en el barrio medieval de la localidad mientras subíamos por las empinadas calles decoradas para la ocasión hasta el castillo. A pesar de que las 17:00 horas en pleno agosto no es la hora más adecuada para subir empinadas cuestas o para andar por las murallas de una antigua ciudad fronteriza fue un rato muy agradable que disfrutamos a pesar del calor.
Una vez concluida nuestra visita comenzamos a bajar hasta Badajoz, encontrando fácilmente nuestro hotel situado muy cerca del río Guadiana. Motos al garaje, nosotros a la ducha, gallumbos limpios y a caminar hacia el centro de la ciudad para buscar un lugar para cenar y otro para tomarnos unos gin-tónics para la digestión en una plaza céntrica del casco histórico. En nuestro paseo nocturno tuvimos ocasión de caminar por el puente de Palmas, las murallas de la alcazaba, la Puerta de Palmas, junto a la catedral, contemplamos la Giraldilla e hicimos una parada para el cubatita en la Plaza Alta. Pero a las dos de la madrugada los cuerpos ya no estaban para muchas alegrías y decidimos volver al hotel a descansar ya que el toque de diana se acordó para las 9:30 estar encima de la moto.
Para el itinerario de regreso se acordó volver por la N-435 que une Badajoz con Huelva y que curiosamente tiene un trazado ideal para rodar en moto a parte de pasar junto a varias localidades de interés turístico entre las que escogimos Jerez de los Caballeros para tomarnos un refrigerio a la hora de la cerveza y ver algunos de los rincones más particulares de esta villa templaria. Continuando nuestro camino hacia el sur nos encontramos una pequeña piscina natural junto a la carretera donde algunos del grupo se dieron un refrescón. Después de un buen puñado de curvas enlazamos con la nacional de Aracena-Lisboa (N-433) haciendo un alto para almorzar en Galaroza antes de concluir nuestro camino hasta la campiña sevillana. He de reconocer que el calor apretó desde que comenzamos a dejar atrás la sierra y los últimos 80 kms desde Sevilla se hicieron un tanto pesado para todos los miembros de la expedición, aunque cuando llegó la hora de separarnos todo fue puro ánimo para intentar repetir una experiencia similar más pronto que tarde, ya que, aunque íbamos cansados, todos quedamos con esa sensación agradable de haber pasado un fin de semana cojonudo.
PINCHA AQUÍ PARA VER EL VÍDEO DE LA RUTA.
El pasado sábado 16 de agosto nos vimos con los ojos legañosos en la Nueva Andalucía, que es una venta de carretera junto a la A-92 a la altura de Paradas que ya nos ha servido en más de una ocasión como punto de encuentro. Con los depósitos llenos nos pusimos a las 7:30 de la mañana en dirección Sevilla cinco motos con dos tripulantes cada una. Poco tráfico a esa hora y el sol apareciendo a nuestras espaldas como si quisiera alcanzarnos para abrasarnos con su calor. Siguiendo la SE-30 conectamos en pocos minutos con la A-66. El plan era adelantar por la autovía algunos kilómetros para llegar a la hora de comer a nuestro destino, así que subimos por una autovía casi desierta hasta que nuestros estómagos empezaron a rugir exigiendo un buen desayuno que calmara su hambre matutino. Santa Olalla del Cala como tantas otras veces fue el lugar elegido para desayunar y comenzar a subir la N-630, antigua Ruta de la Plata, encontrando a nuestro paso frecuentes indicaciones del camino de Santiago. La verdad es que fue un gustazo rodar por esa carretera prácticamente vacía, a pesar de que una vez que pasamos la localidad de Monesterio el paisaje se vuelve árido y llano y te asalta una sensación de desasociego cuando ves los negocios que te vas encontrando en el camino devastados y abandonados por la falta de clientes por culpa de la autovía. Está claro que para aquellos a los que sólo les interesa llegar a su destino la autovía es el medio más rápido para alcanzarlo, pero ¿dónde queda el espíritu romántico de los viajes por carretera? Cuando el camino en sí es el propio destino... Supongo que por eso siempre que puedo rodar por alternativas a la autovía no me lo pienso.
Pocos kilómetros después de pasar Mérida llegamos al desvío que nos llevaría a Alburquerque, así que aprovechamos nuestro paso por la pequeña localidad de Aljucén para tomar una cerveza para refrescarnos y acercarnos hasta la iglesia parroquial de San Andrés Apóstol (siglo XVI). Desde aquí comenzamos a rodar por EX-214 pasando junto a multitud de explotaciones ganaderas envueltas por dehesas salpicadas de encinas. El asfalto estaba en buenas condiciones y el trazado te permitía mantener un ritmo constante sin tener que tocar freno ni embrague. Serían los últimos 20 kilómetros cuando la cosa se animó comenzando a levantarse el terreno y rodamos entre colinas hasta que a lo lejos, camuflada entre las rocas de una de ellas se vislumbraba la silueta del castillo de la localidad. A medida que te ibas acercando iban contemplando el aspecto imponente de la fortaleza. Al llegar a la localidad lo primero que hicimos fue buscar alojamiento ya que salimos a la aventura sin nada concertado. Por desgracia, se ve que la fiesta medieval que se celebraba ese fin de semana tiene bastantes visitas porque todos los alojamientos estaban cubiertos. La primera reacción fue buscar alojamiento en alguno de los pueblos cercanos ya que aún era temprano pero nuestro intento no obtuvo resultados positivos a pesar de la ayuda de algunos paisanos. Plan B: buscar por internet un hotel en Badajoz, que está a 44 kms de Alburquerque. ¡Bingo! Cerca del centro por 40 euros y derecho a garaje (hotel Lisboa). Después de hacer la reserva y así saber que nuestros cuerpecitos podrían dormir bajo techo nos fuimos a comer tranquilos y luego a disfrutar de la localidad. Cafelito en la Ermita, un bar montado en lo que en otros tiempos fue una antigua ermita y a partir de ahí a zambullirnos de lleno en el barrio medieval de la localidad mientras subíamos por las empinadas calles decoradas para la ocasión hasta el castillo. A pesar de que las 17:00 horas en pleno agosto no es la hora más adecuada para subir empinadas cuestas o para andar por las murallas de una antigua ciudad fronteriza fue un rato muy agradable que disfrutamos a pesar del calor.
Una vez concluida nuestra visita comenzamos a bajar hasta Badajoz, encontrando fácilmente nuestro hotel situado muy cerca del río Guadiana. Motos al garaje, nosotros a la ducha, gallumbos limpios y a caminar hacia el centro de la ciudad para buscar un lugar para cenar y otro para tomarnos unos gin-tónics para la digestión en una plaza céntrica del casco histórico. En nuestro paseo nocturno tuvimos ocasión de caminar por el puente de Palmas, las murallas de la alcazaba, la Puerta de Palmas, junto a la catedral, contemplamos la Giraldilla e hicimos una parada para el cubatita en la Plaza Alta. Pero a las dos de la madrugada los cuerpos ya no estaban para muchas alegrías y decidimos volver al hotel a descansar ya que el toque de diana se acordó para las 9:30 estar encima de la moto.
Para el itinerario de regreso se acordó volver por la N-435 que une Badajoz con Huelva y que curiosamente tiene un trazado ideal para rodar en moto a parte de pasar junto a varias localidades de interés turístico entre las que escogimos Jerez de los Caballeros para tomarnos un refrigerio a la hora de la cerveza y ver algunos de los rincones más particulares de esta villa templaria. Continuando nuestro camino hacia el sur nos encontramos una pequeña piscina natural junto a la carretera donde algunos del grupo se dieron un refrescón. Después de un buen puñado de curvas enlazamos con la nacional de Aracena-Lisboa (N-433) haciendo un alto para almorzar en Galaroza antes de concluir nuestro camino hasta la campiña sevillana. He de reconocer que el calor apretó desde que comenzamos a dejar atrás la sierra y los últimos 80 kms desde Sevilla se hicieron un tanto pesado para todos los miembros de la expedición, aunque cuando llegó la hora de separarnos todo fue puro ánimo para intentar repetir una experiencia similar más pronto que tarde, ya que, aunque íbamos cansados, todos quedamos con esa sensación agradable de haber pasado un fin de semana cojonudo.
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martes, 19 de agosto de 2014
RUTA A SANTAELLA Y ESTEPA
Hace unas semanas algunos miembros del grupo nos acercamos hasta la concentración de motos de la Montiela, una localidad cercana a Écija. Reconozco que nunca había estado en dicha localidad y me sorprendió el buen ambiente que se veía en la reunión. Por problemas de falta de coordinación salimos tarde y para colmo la mayoría teníamos compromisos familiares para comer el domingo, así que no duramos demasiado en dicha reunión. Para no volver por la misma carretera decidimos regresar por la localidad de Santaella. Ya he pasado varias veces junto a ella pero nunca había entrado. Supongo que por eso me sorprendió tanto cuando pasamos junto lo que debió de ser una gran fortaleza y sus murallas, albergando dicha zona una bonita iglesia. Todo esto fue de pasada porque como ya he dicho antes íbamos con prisas y no nos paramos, aunque todos estuvimos de acuerdo en volver un día a dicha localidad para visitarla tranquilamente.
Pues bien; a los pocas semanas ya teníamos la propuesta de juntarnos unos cuantos de amigos para hacer una ruta mañanera hasta Santaella con el propósito de desayunar en la localidad y darnos una vuelta por el casco histórico. No fuimos tantos al final, pero los suficientes para echar una buena mañana. A todos nos llamó la atención el centro histórico de la localidad aunque nos decepcionó el no haber podido entrar en ninguno de sus edificios emblemáticos. Curiosamente no había ningún bar por los alrededores pero una señora muy amable nos sugirió que la siguiéramos con las motos para llevarnos a un bar del centro en el que un familiar del dueño era aficionado a las harleys... La conmoción fue general en el centro de la localidad cuando una "panda de moteros ruidosos" irrumpió entre sus calles tranquilas. Mientras desayunábamos la señora que nos atendió intentó contactar con su esposo para comunicarle que la puerta estaba llena de motos y que se acercara a conocernos pero como estaba rodando con su moto los intentos fueron infructuosos.
Abandonamos la localidad en dirección Puente Genil. La carretera no goza de muy buenos paisajes pero al menos es entretenida en su trazado y te permite mantener un ritmo alegre todo el tiempo, lo que nos permitió llegar pronto a la localidad del membrillo. Desde allí hasta Estepa fue un trámite de pocos minutos. La idea era subir al cerro de San Cristóbal y luego continuar hasta Gilena por la atractiva carretera que atraviesa la sierra, pero a un par de guías se les ocurrió meternos por empinadas y estrechas calles estepeñas antes de subir a la zona monumental. Allí nos hicimos algunas fotos, disfrutamos del entorno y de las vistas y echamos unas risas antes de ponernos rumbo a Gilena. Como ya he dicho la carretera es una maravilla en cuanto a trazado y paisajes pero los baches que la pueblan no dejan demasiadas alegrías a la hora de rodar por ella. Tras la cervecita en la piscina de la localidad tocaban las despedidas y poner rumbo a casa.
PINCHA AQUÍ PARA VER EL VÍDEO DE LA RUTA EN YOUTUBE
Pues bien; a los pocas semanas ya teníamos la propuesta de juntarnos unos cuantos de amigos para hacer una ruta mañanera hasta Santaella con el propósito de desayunar en la localidad y darnos una vuelta por el casco histórico. No fuimos tantos al final, pero los suficientes para echar una buena mañana. A todos nos llamó la atención el centro histórico de la localidad aunque nos decepcionó el no haber podido entrar en ninguno de sus edificios emblemáticos. Curiosamente no había ningún bar por los alrededores pero una señora muy amable nos sugirió que la siguiéramos con las motos para llevarnos a un bar del centro en el que un familiar del dueño era aficionado a las harleys... La conmoción fue general en el centro de la localidad cuando una "panda de moteros ruidosos" irrumpió entre sus calles tranquilas. Mientras desayunábamos la señora que nos atendió intentó contactar con su esposo para comunicarle que la puerta estaba llena de motos y que se acercara a conocernos pero como estaba rodando con su moto los intentos fueron infructuosos.
Abandonamos la localidad en dirección Puente Genil. La carretera no goza de muy buenos paisajes pero al menos es entretenida en su trazado y te permite mantener un ritmo alegre todo el tiempo, lo que nos permitió llegar pronto a la localidad del membrillo. Desde allí hasta Estepa fue un trámite de pocos minutos. La idea era subir al cerro de San Cristóbal y luego continuar hasta Gilena por la atractiva carretera que atraviesa la sierra, pero a un par de guías se les ocurrió meternos por empinadas y estrechas calles estepeñas antes de subir a la zona monumental. Allí nos hicimos algunas fotos, disfrutamos del entorno y de las vistas y echamos unas risas antes de ponernos rumbo a Gilena. Como ya he dicho la carretera es una maravilla en cuanto a trazado y paisajes pero los baches que la pueblan no dejan demasiadas alegrías a la hora de rodar por ella. Tras la cervecita en la piscina de la localidad tocaban las despedidas y poner rumbo a casa.
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miércoles, 6 de agosto de 2014
REUNIÓN HARLEY DAVIDSON (GIBRALTAR 2014)
Hacía tiempo que estaba rumiando la posibilidad de volver a bajar a Gibraltar; no porque estuviera especialmente interesado en comprar nada, sino porque me encanta la ruta para bajar hasta la costa por la Serranía de Ronda y porque cada vez que voy a Gibraltar me quedo siempre con la sensación de que me quedan muchas cosas por ver. De hecho en esta ocasión me he vuelto a quedar con la misma sensación.
Pues bien, el pasado 2 de agosto, el HDC Gibraltar volvía a realizar su encuentro anual con el apoyo del HDC Hispania. Normalmente los bikers españoles se suelen congregar en algún punto de la provincia gaditana y desde allí parten todos hacia Gibraltar. La primera vez que fui a esta reunión allá por el 2007 me quedé un poco decepcionado ya que en cuanto se salió del punto de encuentro (ese año fue Cádiz capital), aquello se convirtió en una "CanonBall": ¡Tonto el último!. Yo que pensaba que sería una enorme hilera de harleys rodando juntos y escuchando el bramido de los motores hasta Gibraltar, me encontré en la autovía de los Barrios rodando con mi amigo Tan. De vez en cuando adelantábamos a alguien y otras veces nos adelantaban a nosotros. Por este motivo, las veces sucesivas que he acudido a este evento me voy a mi aire bajando desde Ronda por la carretera de Algeciras, que es una auténtica pasada para rodar en moto, aunque el tramo cercano a Jimena de la Frontera ha perdido su buen firme y ahora presenta muchas irregularidades que te obligan a extremar las precauciones, sobre todo en las curvas.
Una vez que llegamos a La Línea y nuestra pequeña expedición formada por 6 motos entró en suelo gibraltareño nos dirigimos a la primera gasolinera que encontramos a nuestro paso para llenar nuestros depósitos pues algunos llegaron casi vacíos para aprovechar los buenos precios de la gasolina en "la Roca". El trasiego de motos por toda la travesía era constante, dirigiéndose hacia el centro neurálgico de la vida comercial del peñón y nosotros nos dejamos llevar por esa marea de cromo que nos llevaba al punto de reunión junto a Mean Street. Al pasar por la puerta de la muralla y entrar en la plaza te encontrabas un mar de motos que cubría toda la plaza, habiendo mayoría de modelos de la marca de "Milguoqui", pero encontrando otras muchas motos de otras marcas cuyos propietarios se había acercado a disfrutar del día. La plaza llena de motos, las terrazas de alrededor llenas de bikers sedientos, en el escenario espectáculos de bailes y música en directo, los establecimientos llenos de visitantes buscando los buenos precios del tabaco, el alcohol o los complementos para las motos.
A las 14.30 estaba prevista la ruta. Repetimos la misma que hicimos el último año en el que estuve en esta reunión. Una ruta muy interesante a través de los túneles que atraviesan el peñón por sus entrañas y que te permite rodar junto a los acantilados y las playas, dejándote realizar una ruta panorámica por los diferentes fuertes que defendían esta colonia inglesa. Toda la población se acercaba hasta la carretera para vernos pasar, ya que el ruido de los motores delataba nuestro paso desde cientos de metros antes de llegar. Hubo un momento de confusión y un grupo de rezagados nos perdimos al llegar de nuevo al centro. A partir de aquí el trayecto se volvió un tanto caótico y pesado ya que había que estar pendiente de no perder al que iba delante porque en caso contrario te quedabas en tierra de nadie sin saber a dónde había ido todo el mundo. Después de varios minutos ascendiendo por el peñón y de meternos por estrechos carriles llegamos a un fuerte donde estaban todas las motos aparcadas a sus puertas mientras que las de los miembros del HDC Gibraltar estaban dentro, ya que luego supimos que allí tenían su sede. Música en directo, zona de sombra, barra con cervezas frías, hamburguesas y algunos otros platos calientes para antes de empezar nuestro regreso.
Una vez que ya nos cansamos de ver motos y disfrutar de la hospitalidad gibraltareña, decidimos montar en nuestras motos y poner rumbo a casa, pero como regresar repitiendo el mismo camino está en contra de nuestros principios decidimos rodar un poco por la costa hasta llegar a San Pedro de Alcántara donde tomaríamos la carretera que sube de nuevo hasta Ronda. De este modo pudimos volver a disfrutar de esta espectacular carretera de 50 kms que siempre está transitada por motoristas de toda condición pero que también cuenta con mucho tráfico de vehículos de cuatro ruedas que te pueden poner en un apuro si no te andas con ojo.
Un día cojonudo entre amigos disfrutando de bellas carreteras y de un ambiente formidable en Gibraltar.
PINCHA AQUÍ PARA VER EL VÍDEO DE LA RUTA.
Pues bien, el pasado 2 de agosto, el HDC Gibraltar volvía a realizar su encuentro anual con el apoyo del HDC Hispania. Normalmente los bikers españoles se suelen congregar en algún punto de la provincia gaditana y desde allí parten todos hacia Gibraltar. La primera vez que fui a esta reunión allá por el 2007 me quedé un poco decepcionado ya que en cuanto se salió del punto de encuentro (ese año fue Cádiz capital), aquello se convirtió en una "CanonBall": ¡Tonto el último!. Yo que pensaba que sería una enorme hilera de harleys rodando juntos y escuchando el bramido de los motores hasta Gibraltar, me encontré en la autovía de los Barrios rodando con mi amigo Tan. De vez en cuando adelantábamos a alguien y otras veces nos adelantaban a nosotros. Por este motivo, las veces sucesivas que he acudido a este evento me voy a mi aire bajando desde Ronda por la carretera de Algeciras, que es una auténtica pasada para rodar en moto, aunque el tramo cercano a Jimena de la Frontera ha perdido su buen firme y ahora presenta muchas irregularidades que te obligan a extremar las precauciones, sobre todo en las curvas.
Una vez que llegamos a La Línea y nuestra pequeña expedición formada por 6 motos entró en suelo gibraltareño nos dirigimos a la primera gasolinera que encontramos a nuestro paso para llenar nuestros depósitos pues algunos llegaron casi vacíos para aprovechar los buenos precios de la gasolina en "la Roca". El trasiego de motos por toda la travesía era constante, dirigiéndose hacia el centro neurálgico de la vida comercial del peñón y nosotros nos dejamos llevar por esa marea de cromo que nos llevaba al punto de reunión junto a Mean Street. Al pasar por la puerta de la muralla y entrar en la plaza te encontrabas un mar de motos que cubría toda la plaza, habiendo mayoría de modelos de la marca de "Milguoqui", pero encontrando otras muchas motos de otras marcas cuyos propietarios se había acercado a disfrutar del día. La plaza llena de motos, las terrazas de alrededor llenas de bikers sedientos, en el escenario espectáculos de bailes y música en directo, los establecimientos llenos de visitantes buscando los buenos precios del tabaco, el alcohol o los complementos para las motos.
A las 14.30 estaba prevista la ruta. Repetimos la misma que hicimos el último año en el que estuve en esta reunión. Una ruta muy interesante a través de los túneles que atraviesan el peñón por sus entrañas y que te permite rodar junto a los acantilados y las playas, dejándote realizar una ruta panorámica por los diferentes fuertes que defendían esta colonia inglesa. Toda la población se acercaba hasta la carretera para vernos pasar, ya que el ruido de los motores delataba nuestro paso desde cientos de metros antes de llegar. Hubo un momento de confusión y un grupo de rezagados nos perdimos al llegar de nuevo al centro. A partir de aquí el trayecto se volvió un tanto caótico y pesado ya que había que estar pendiente de no perder al que iba delante porque en caso contrario te quedabas en tierra de nadie sin saber a dónde había ido todo el mundo. Después de varios minutos ascendiendo por el peñón y de meternos por estrechos carriles llegamos a un fuerte donde estaban todas las motos aparcadas a sus puertas mientras que las de los miembros del HDC Gibraltar estaban dentro, ya que luego supimos que allí tenían su sede. Música en directo, zona de sombra, barra con cervezas frías, hamburguesas y algunos otros platos calientes para antes de empezar nuestro regreso.
Una vez que ya nos cansamos de ver motos y disfrutar de la hospitalidad gibraltareña, decidimos montar en nuestras motos y poner rumbo a casa, pero como regresar repitiendo el mismo camino está en contra de nuestros principios decidimos rodar un poco por la costa hasta llegar a San Pedro de Alcántara donde tomaríamos la carretera que sube de nuevo hasta Ronda. De este modo pudimos volver a disfrutar de esta espectacular carretera de 50 kms que siempre está transitada por motoristas de toda condición pero que también cuenta con mucho tráfico de vehículos de cuatro ruedas que te pueden poner en un apuro si no te andas con ojo.
Un día cojonudo entre amigos disfrutando de bellas carreteras y de un ambiente formidable en Gibraltar.
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