miércoles, 29 de agosto de 2012

POR TIERRAS EXTREMEÑAS Y LEONESAS (Capítulo II)

Amanece el segundo día de nuestro periplo por tierras leonesas. Suena el despertador a las 8:30 y me acerco a la ventana para contemplar las vistas de la sierra. Junto a mi, en la ventana de su habitación me encuentro a mi vecino Manolo contemplando lo mismo que yo. Una mirada de complicidad y una sonrisa al imaginarnos las carreteras y los paisajes que nos esperan en el día de hoy. A las 9:00 ya están las motos otra vez cargadas y nos ponemos en marcha con la idea de desayunar en el siguiente pueblo: Mombeltrán, que nos recibe con la imagen de su imponente castillo. Tras un desayuno no demasiado bueno (se ve que aquí no conocen el pan-pan para las tostadas y utilizan el pan de molde), nos disponemos a subir el puerto del Pico por la N-502. No es lo que me esperaba. Me imaginaba una carretera ratonera y estrecha de esas que no te dejan pasar de 60 kms/h y sin embargo me encontré con una carretera ancha de curvas rápidas y de buen asfalto que me hizo acordarme de un miembro del grupo en especial, que estoy seguro que lo hubiese subido como una exhalación. A mitad de la subida hicimos un par de paradas: una para contemplar la calzada romana por la que había mucha gente subiendo a pie el puerto y otra para mirar el nivel de aceite de la moto de Manolo que parecía que estaba tragando más de lo normal....Si. Has leído bien. He dicho la moto de Manolo, que todos los pájaros comen trigo y la culpa siempre al gorrión jajaja.
Una vez bajado el puerto, giramos a nuestra izquierda por la AV-941 en dirección al Parador de Gredos y el Barco de Ávila. Otra sorpresa. Al ser una carretera que discurre por toda la sierra de Gredos me esperaba una carretera lenta y de firme irregular, pero no. Aunque si era un poco más estrecha que la N-502 y tenía un buen montón de curvas, permitía ir a un buen ritmo para divertirse con la moto rodando a veces por grandes bosques y atravesando bellos pueblos serranos así como el Parador de Gredos, que tenía los alrededores plagados de turistas. Nosotros continuamos rodando hasta la localidad de El Barco de Ávila, una antigua ciudad fortificada que aún mantiene parte de sus murallas, viejos puentes románicos y un castillo. Parada técnica para repostar e hidratarnos que para eso lo aconseja la DGT. Por estos lares también es típico lo de echar un pincho con la bebida así que dimos buena cuenta de el.
Por carreteras menos boscosas llegamos hasta Béjar, donde nos internamos hasta su casco histórico y visitamos una de sus iglesias más antiguas, en la que encontramos un santo vestido de traje y corbata....¡En serio! ¡De traje y corbata! Como apretaba la calor decidimos entrar en un restaurante con menú para almorzar con aire acondicionado y la verdad es que por 10€ por cabeza nos pegamos una buena "pechá" a base de estofado de ternera principalmente. Aquí yo estaba un poco mosca porque empezó a fallarme el cambio, aunque al volver a coger la moto parecía que todo iba bien.
Decidimos acercarnos hasta el pintoresco pueblo de Candelario para tomarnos el café y fue un acierto, ya que el pueblo guarda la forma tradicional y perduran en su casco histórico muchas casas de aspecto medieval. 
Dejando atrás Béjar en dirección Ciudad Rodrigo por la SA-220 las vistas de la localidad colgada de la garganta me recordaban en cierto modo a Arcos de la Frontera. Desde aquí comenzamos a subir por la sierra entrando en una zona muy boscosa donde era habitual encontrar posas y piscinas naturales junto a la carretera. Poco después de entrar en la Sierra de la Peña de Francia nos encontramos con la localidad de Miranda del Castañar, que rivaliza en belleza y antigüedad con La Alberca. Su castillo, situado junto a su plaza de toros rectangular, que hace las veces de aparcamiento mientras no se le da uso, nos da paso para franquear las antiguas puertas y dejarnos entrar en sus calles, que nos transportan siglos atrás. Paseando por la calle principal nos encontramos con el "Tío Felipe", que tuvo la cortesía de contarnos muchas cosas interesantes sobre la localidad y su historia. Cuando nos dijo que tenía casi 99 años nos quedamos impresionados con su memoria y sus conocimientos. Tras la caminata una cervecita fresquita en una tasca con apariencia medieval donde el camarero era un experto en el tema de la miel y nos dio una charla de lo más interesante. Saliendo de Miranda nos adentramos en un frondoso bosque de árboles altos y espigados de un verde intenso que hacía disfrutar todos los sentidos; y ante nosotros, casi sin esperarlo apareció La Alberca. No venía desde el 2007 y a pesar de haber estado ya aquí volvió a impresionarme y encantarme. No tuvimos problemas para encontrar el Hostal La Alberca, ya que está en una de las principales plazas y una vez que descargamos las motos y las dejamos encadenadas en la misma plaza, procedimos a darnos una ducha fresca y salir a dar una vuelta por el pueblo, que estaba "petado" de peña. Una buena cena con productos de la tierra en la Plaza Mayor y un cubatita para hacer la digestión. Mañana visitaremos el pueblo en condiciones antes de proseguir nuestro viaje.
Por cierto, si te preguntas qué tipo de música es esta, te diré que una de las noches acudimos durante el Festival Folk de Plasencia a un concierto de música celta de un grupo llamado Gwendal y nos gustó tanto que estoy poniendo su música a los vídeos,

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