martes, 2 de noviembre de 2010

POR LA COSTA DE CÁDIZ

Como el domingo me calló una mojada impresionante que no me dejó disfrutar de mi montura para hacer unos cuantos de cientos de kilómetros y el lunes era festivo (1 de noviembre), me decidí a dar una vuelta con la "burra" (me refiero a la moto, no a la parienta). Ya que el personal no estaba mucho por la labor, nos pusimos el disfraz de "cucarachos" negros y salimos el lunes tempranito para que cundiera el día; no veas la rasca que se nota ya por la mañana. Como no tenía ganas de volver a mojarme, vi en en Internet daban buen tiempo para la provincia de Cádiz y recordando un itinerario que hice en el verano de 2008 en coche que me gustó mucho, la decisión estaba tomada. Pusimos rumbo hacia Chiclana; el camino hasta Jerez fue rápido, puesto que aunque parezca increíble, la nacional IV iba vacía, y desde Jerez hasta Chiclana rodamos por autovía. Una vez que llegamos a esta bonita localidad gaditana llena de luz y de aroma a mar, buscamos la Plaza Mayor siguiendo las indicaciones de un taxista, que nos llevó hasta la misma puerta de la Iglesia de S. Juan Bautista. El conjunto de dicha iglesia neoclásica y la Torre del Reloj son una preciosidad, impresionandome aún más el interior de la iglesia con sus columnas labradas y su color marfil.
Después de desayunar en un agradable local en el polígono que hay que atravesar en dirección a la playa, continuamos esa carretera hasta que llegamos al océano y a las impresionantes urbanizaciones que recorren casi todo el litoral, tomando rumbo Este, para llegar hasta Conil de la Fra. Rodando junto al mar a paso lento por las urbanizaciones, llegamos hasta el cabo de Roche, y desde el faro hicimos unas fotos guapísimas del puerto de Conil. Dejando atrás esta localidad, pusimos rumbo hacia Los Caños de Meca, siguiendo disfrutando de las vistas de las olas y del azul del agua, contemplando desde la carretera el faro de Trafalgar que pasamos de largo pues ya estuvimos en la ocasión anterior y pasaba de darme otra vez la caminata de un kilómetro desde el aparcamiento. Al dejar Los Caños, entramos en la preciosa carretera que atraviesa el parque natural de Barbate, rodando rodeados de pinos y enlazando curva tras curva hasta llegar hasta esta localidad portuaria y que abandonamos buscando nuestro siguiente destino: Vejer. Siempre que paso por aquí me gusta perderme por las calles del casco histórico, disfrutando del blanco de sus casas que se compaginan perfectamente con los lienzos de la antigua muralla que defendía la localidad. Cada vez descubro un lugar nuevo, y cada vez dejo a conciencia otro rincón para tener la excusa para volver. Desde aquí nos encaminamos hasta Medina Sidonia, donde comimos en una de las terrazas de su plaza principal, donde se encuentra su monumental ayuntamiento, y después del cafelito carretera y manta antes que nos coja la noche, que con esto del cambio horario no veas lo pronto que oscurece.
Aproximadamente hicimos unos 400 kilómetros disfrutando de lo mejor de la provincia gaditana: su sierra y su costa y que nos ha dejado muy buen sabor de boca para volver en otra ocasión y seguir conociendo sus pueblos.
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