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Lo bueno de estas pequeñas minivacaciones en moto, ha sido el carácter improvisado que han tenido. Hablando un día con mi colega Pedro "Iron" en una de nuestras rutas, me comentó que a comienzos de agosto cogía vacaciones pero que estaba de "rodríguez" porque su pareja estaba de viaje fuera de España. No tardamos mucho en decidir que saldríamos a hacernos unos kilómetros durante cinco días. A partir de ahí tocó hablar en varias ocasiones sobre nuestros destinos, y después de rechazar algunos viajes por la imposibilidad de disfrutarlos con tan pocos días, decidimos viajar al norte de España, con el objetivo de conocer San Juan de Gaztelugatxe, en Bermeo (Bilbao); la ermita que ha popularizado la serie "Juego de Tronos", y de paso conocer un poco del País Vasco. Para nuestra primera noche tomamos como punto de descanso la localidad de Nájera, en La Rioja. Como el tiempo se fastidió en el País Vasco a partir de nuestro segundo día, decidimos volver a esta localidad en la que habíamos estado tan a gusto y pasar el resto de días visitando la zona.
Esta ha sido nuestra experiencia
El punto de encuentro para empezar nuestro viaje era Lora del Río, desde donde saldríamos a las 7:00 en busca de la Ruta de la Plata atravesando la Sierra Norte de Sevilla. A pesar de haberla atravesado en infinidad de ocasiones, nunca lo había hecho al amanecer. Una bonita experiencia que nos dejó la carretera para nosotros solos hasta llegar a la localidad de Llerena. Desde allí no tardamos en coger la autovía de La Plata (la autovía es muy aburrida, pero necesaria si quieres que cundan los kilómetros). Nos dimos un buen tute de kilómetros hasta decidir parar a desayunar antes de llegar a Plasencia. Mi compañero de rutas iba con una mochila cargada a la espalda para llevar sus pertrechos, así que le iba a venir bien las paradas que hiciéramos.
Con el tráfico fluido pudimos llegar antes de mediodía a Salamanca, donde tomamos la autovía de A-62 en dirección Valladolid-Burgos. Nos propusimos hacer tiradas de 200 kilómetros para no tener que parar demasiado y la verdad es que la mañana iba bastante bien, pero las paradas para repostar también se iban alargando unos minutos más para descansar un poco la espalda y el cuello.
Paramos sobre las 15:00 en un pueblecito cercano a Burgos para comer. Creo que era el único bar que había dentro del pueblo, y comimos por los pelos, ya que sólo quedaban algunos pinchos en las vitrinas y no tenían cocina en funcionamiento. De todas formas no queríamos darnos un atracón de comida para que no se hiciera muy pesado el tirón que nos esperaba. Al llegar a Burgos tomamos su circunvalación y la seguimos hasta encontrar la salida de Logroño por la N-120. A partir de los 20 primeros kilómetros la cosa empezó a mejorar. Nos vimos rodeados por bosques junto a la carretera, que no permitían ver más allá de tres metros hacia su interior. De buenas a primeras empezaron a llegar algunas curvas para subir el Puerto de la Pedraja, con algunas curvas con muy mala-leche. Comenzamos a encontrarnos junto al margen de la carretera algunos peregrinos haciendo el Camino Francés de Santiago de Compostela, con un calor insoportable. Eso sí que es tener mérito.
Al llegar a Nájera, buscamos el Hostal Ciudad de Nájera (59€ con derecho a garaje), donde enseguida nos alojamos y guardamos las motos. Nos comunicaron que estaba situado en el casco histórico, muy cerca del edificio más emblemático de la localidad: el Monasterio de Santa María la Real y en la zona de copas del pueblo. Hicimos una ruta de reconocimiento y no tardamos en sentarnos en una de las terrazas junto al río para tomarnos unas cervezas bien frías para celebrar lo bien que había ido el primer día. Cenamos en la calle Mayor, en "La Taberna de Manu", atendidos por su dueña de origen oriental, que nos recomendó algunos de sus pintxos más populares. De regreso al hostal nos encontramos un concierto en la terraza de un local llamado el Pichu, regentado por una familia. Fiesta "Desperado" y música en vivo: no nos pudimos resistir a pesar del cansancio. Estuvimos conociendo a gente estupenda de la localidad, entre ellas al conocido como "El Barbas", todo un personaje y disfrutamos mucho con los temas de Belo. De hecho le compramos un disco cada uno y le pedimos permiso para utilizarlo para el vídeo de esta ruta.
Al día siguiente partimos para Bilbao, pero como el tiempo se fastidió al día siguiente, decidimos volver a Nájera, por su ubicación y por lo bien que estuvimos, así podríamos conocer algunas localidades de las que nos habían hablado.
Nuestro primer destino era Laguardia, en la Rioja Alavesa, saliendo de Nájera por campos cubiertos de viñedos y bodegas situadas cada pocos kilómetros. Pasamos la localidad de Cenicero y nos hacemos una foto en la portada del Marqués de Cáceres. Al salir de la localidad me percato de que hay un sonido metálico bastante raro. Pedro no tarda en darse cuenta de que se ha roto el soporte del tubo de escape trasero. Llegamos a Elciego y pregunto a unos muchachos si saben de algún taller de coches o motos, pero me dicen que sólo hay uno de tractores, aunque seguro que me pueden soldar la pletina. El muchacho no tarda ni un minuto en montarse en su coche y decirme que lo siga para llevarme hasta allí. No entiendo eso que dicen que la gente del norte son malajes; nosotros sólo hemos encontrado gente estupenda, y siempre dispuesta a echar una mano.
Al explicar en el taller nuestra situación, enseguida se ofrecen a echar una mano, aunque están muy liados, por lo que Pedro pide unas llaves y enseguida está la pieza quitada y en manos del soldador.
- "¿Cuánto es?"... -"¡Ahí va, la ostia!. Esto no es nada. ¡Tira, tira!"- me respondió el dueño del local. Después de dejarles una propina para que se tomaran unas cervezas y darles un millón de gracias continuamos nuestro camino, comentando la cantidad de reniegos, improperios y demás barbaridades que se decían unos a otros en el taller a razón de palabra por segundo.
Llegamos a Laguardia, conocida por ser el pueblo más bonito de La Rioja alvesa. Un pueblo rodeado de murallas, al que se accede por algunas de las antiguas puertas de la ciudad. Calles empedradas y con ese aspecto medieval que tanto me gusta, muchos turistas por sus calles, muchos establecimientos y edificios importantes. Visitamos la Torre abasial por 2€, pero nos decepcionó un poco. A parte de subir donde están las antiguas campanas y de algunas vistas desde la parte más alta, la torre no tenía ningún encanto. Nos recorremos las calles hasta salir por otra de las puertas de la ciudad y buscar las motos para continuar nuestro camino hacia Haro. La chica de la torre nos recomienda que hagamos una parada en la localidad de San Vicente de la Sonsierra.
Salimos por la LR-132 y no tardamos en divisar entre los campos de viñedos el castillo de San Vicente. Entramos en la localidad por calles formadas por casas señoriales y palaciegas, y siguiendo la indicación del castillo, no tardamos en llegar al conjunto formado por los restos de las antiguas murallas, los túmulos funerarios, las casas cuevas, el castillo y la Iglesia de Santa María la Mayor. De forma libre exploramos todo este conjunto, quedándonos maravillados con la iglesia y con las vistas desde la torre del castillo. Bajo nuestros pies se puede ver pasar el río Ebro bajo el puente medieval de la ciudad.
Salimos de la localidad hacía Briones, enlazando allí la N-232 para llegar a la localidad de Haro, capital del rioja. Nos sentamos en la Plaza de la Paz en un establecimiento donde comimos bastante bien con caldos de la tierra y platos tradicionales de la tierra. Un paseo por sus calles para contemplar algunos de sus palacios y la fachada de la Iglesia de Santo Tomás Apóstol. Por desgracia, a la hora que era estaba todo cerrado y no pudimos visitar ninguno de sus edificios más emblemáticos. Además, el tiempo corría y aún nos faltaban algunos pueblos por ver.
Cogimos la LR-111 en dirección Santo Domingo de la Calzada. Muy rectilínea y con poco interés para rodar en moto. Llegamos a la localidad y nos encontramos con los restos de sus imponentes murallas. El acceso al centro de la localidad está restringido al tráfico, así que aparcamos cerca de uno de los paradores de turismo, que es un antiguo hospital de peregrinos y nos pusimos a caminar por esta bonita ciudad, hasta encontrar su catedral. Tras pagar los 5€ que cuesta la entrada nos dispusimos a visitar todos los rincones posibles, incluidos el laberinto de sus tejados. Pero lo que más nos llamó la atención fue encontrar en un habitáculo cercano a la tumba del santo, un gallo y una gallina que están allí para recordar el milagro del gallo y la gallina. Nos quedamos maravillados con la belleza de esta catedral y sus tesoros.
Aún nos quedaba San Millán de la Cogolla, para ver el monasterio de Yuso, aunque Pedro ya me advirtió que él no entraba a ver más santos ni piedras. Que me esperaba en un bar.
El camino hasta esta localidad sí nos permitió volver a divertirnos con nuestras motos, con un paisaje más variado y con un trazado de curvas de diferentes radios, que nos sacó una sonrisa.
Impresionante el complejo del monasterio, pero por desgracia, volvimos a llegar tarde para poder visitarlo, así que, tras las fotos pertinentes, decidimos volver a Nájera y visitar Santa María la Real.
¡Espectacular! Nos llamó mucho la atención ver que las figuras que estaban en la hornacinas del claustro estaban decapitadas, y nos explicaron que los soldados franceses, durante la Guerra de la Independencia, practicaban puntería con sus rifles, disparando contra las figuras. Impresionante la iglesia, con las tumbas de algunos de los reyes de Nájera, y la cueva donde cuenta la leyenda, que uno de sus reyes encontró la imagen de la Virgen con el Niño y mandó edificar este edificio.
Para cenar, fuimos al Buen Yantar, el cual os recomiendo si paráis en Nájera.
Para el regreso lo hicimos bajando hasta Madrid por la nacional que une Logroño con Soria. No os imagináis el coraje que tenía por no haber puesto las cámaras a grabar y haberlas dejado guardadas en el macuto. De los mejores itinerarios que hicimos a lo largo de este viaje. Tengo en mente volver, porque me han quedado muchas cosas por ver y por conocer, y muchas carreteras por disfrutar.
Lo mejor del viaje: las personas que hemos encontrado, sus vinos, sus pueblos, su buen comer y, por supuesto, mi compañero de viaje: Pedro; un tío excepcional con el que poder compartir unos días de viaje. Deseando repetir un viaje así.
Nos vemos en la carretera.
LAGUARDIA EN VÍDEO
SAN VICENTE DE LA SONSIERRA EN VÍDEO
SANTO DOMINGO DE LA CALZADA
SAN MILLÁN DE LA COGOLLA
NÁJERA
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