miércoles, 5 de julio de 2017

RUTA POR LA SIERRA DE SEGURA (ALBACETE)

Llevamos varios años, que llegando finales de junio, nos escapamos unos cuantos amigos hacia la provincia de Albacete para acudir al Motorkulture de Letur: una fiesta que nos encanta por el buen rollo que impera en el evento y por las carreteras tan estupendas que se recorren hasta llegar allí, una vez que comienzas a andar por el P.N. de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas. Este año nos enteramos que no se celebraba el evento en cuestión, pero como sabemos que por la zona hay varios pueblos que merecen ser visitados y llevábamos varios años con esa idea en la cabeza, decidimos que este sería el año. En lugar de ir en plan "evento motero", iríamos en plan "japoneses turistas".
Fue Miguel "El Peña", el que comenzó a calentar al personal desde mayo, y llegado el momento, fuimos ocho colegas los que estábamos preparados para salir el día 1 de julio en dirección la sierra de Albacete. El objetivo era hacer noche en la localidad de Yeste, haciendo previamente un alto en la bonita población de Ayna, conocida como la "Suiza Manchega".
Una vez aclarado el itinerario, me tocaba a mí salir antes que a ninguno para ir recogiendo al personal. A las 6:10 ya estaba en el punto de reunión acordado con la delegación de Osuna para salir hacia Gilena y recoger al resto del personal. Al entrar en el carril de aceleración de la autovía, primer susto: la moto se para en seco y me quedo en el arcén con cara de tonto y cagándome en "to". -"¿Qué mierda le pasa ahora a la moto?"
-"¿Tiene gasolina?"
-"¡Siiii!"
- "Prueba con el botón de stop, que a veces se queda cogido; dale unas cuantas veces y prueba a arrancar"
BRAUM, BRAUM, BRAUM
- "Os acompaño hasta Gilena. Si se vuelve a parar me descuelgo de la ruta"... No fue necesario. Ni un solo problema más en todo el viaje.

Llegamos a Gilena y recogemos al resto de los integrantes de la expedición. Objetivo, llegar hasta el cruce de Martos, en Alcaudete para repostar, desayunar y continuar por la autovía del Aceite hasta Úbeda, donde enlazamos con la nacional de Albacete hasta encontrar las indicaciones de Puerta de Segura. De todo este itinerario, sólo puedo destacar el frío que pasamos y el estado tan lamentable de la carretera, entre Úbeda y Villacarrillo. No entiendo como al ser una vía principal, la tienen en ese estado tan lamentable desde hace ya 10 años. Parece mentira que no le echen una capa de asfalto por encima para facilitar el tráfico.

¡¡A partir de Puerta de Segura empieza lo bueno!! ¡Qué maravilla de carreteras! Pero antes de entrar en la provincia albaceteña, hacemos nuestra tradicional parada en Siles, para reponer fuerzas, aunque en esta ocasión tuvimos que cambiar el emplazamiento porque el bar al que siempre vamos estaba cerrado. Nos recomendaron uno junto a los jardines, con una situación y unas vistas estupendas, donde recargamos fuerzas para seguir el camino que ya nos conocemos casi de memoria.
Disfrutando como niños llegamos hasta Riopar, y desde allí tomamos la CM 412 en dirección Elche de la Sierra, solo, que en esta ocasión, nos desviamos antes de llegar, en el cruce de Molinicos, hacia Ayna, por una estrecha carretera de sierra que nos permitió acortar kilómetros. Antes de llegar a Ayna, hicimos un alto en el camino para contemplar las vistas desde el mirador de los Infiernos. Parece mentira cómo han dejado suspendida esta plataforma sobre el acantilado, para contemplar el paso del río Mundo por el desfiladero.




Fotos, risas, estiramos las piernas y en breves minutos nos encajamos en Ayna, que se derrama en barrios por la ladera de la montaña hasta el cauce del río. Aparcadas las motos en la plaza del consistorio, nos ponemos en modo turistas y echamos un paseo disfrutando de algunos de los encantos de esta localidad. Nos recomendaron acercarnos a comer a "La Segunda", y desde luego, fue un acierto: vino de la casa buenísimo, ensalada para rebajar, papas a lo pobre con huevos, migas y chuletitas de cordero a la brasa... ¡Salimos inflados!, así que algunos nos decidimos por subir a los restos del castillo para hacer bajar la comida. Una vistas estupendas.



No podíamos irnos de Ayna sin la tradicional foto desde el mirador que tiene la figura de la vespa. Como "niñas" posando para el facebook, echamos un rato de lo más divertido sacando fotos con la vespa.

Volvemos por la misma carretera que trajimos para llegar a Ayna: una auténtica maravilla, pero en esta ocasión continuamos hasta Elche de la Sierra, donde volvimos a tomar el camino de Riopar para encontrar a pocos kilómetros el desvío de Yeste. El itinerario fue sublime, pero la imagen del embalse de la Fuensanta prácticamente seco, nos dio muy mal rollo, ya que lo recordábamos de una ocasión anterior donde lucía en todo su esplendor.
Llegamos a Yeste y nos instalamos en el hotel de la localidad. Mientras aparcábamos las motos, a uno de los miembros de la expedición se le cayó la moto, con tan mala suerte que se partió la palanca del cambio. Por suerte, pudimos contactar con el mecánico del pueblo que le hizo un arreglo,, que quedó veinte veces mejor que la palanca original. Ya tranquilos con ese tema nos pusimos a disfrutar de la localidad, siendo su castillo el edificio que más nos sorprendió. Lástima que tuvimos que verlo a la velocidad del rayo porque llegamos a 10 minutos del cierre.




Al salir del castillo nos acercamos a tomar una cerveza a La Chepa Inglesa, un "rock-bar" donde pasamos un rato muy agradable antes de irnos al hotel para ducharnos y cenar...¡Y menuda cena!


A la mañana siguiente decidimos hacernos los valientes y adentrarnos por la sierra en busca de el embalse del Tranco de Beas en la Sierra de Cazorla sin tener que volver por las mismas carreteras que habíamos traído la mañana anterior. Ya nos avisaron que las carreteras eran estrechas y plagadas de curvas, pero como nosotros somos personas que viajamos sin prisas y siempre tenemos ganas de conocer nuevos lugares, nos decidimos por esas carreteras. Si dijera que nos encantó la carretera, me quedaría corto. La cara de asombro que se nos quedaba a cada paso era un poema: acantilados, collados, ríos corriendo junto a la carretera, gargantas, bosques que tapaban la luz del sol,... íbamos tan absortos que cuando llegamos a tramos donde la carretera se convertía en un camino de cabras, no nos importó lo más mínimo. Y así llegamos a Santiago de la Espada, y a la carretera que nos condujo al climax... La subida desde este pueblo hasta Hornos de Segura fue "la ostia"... Además de hacerse más ancha y de tener un asfalto en muy buenas condiciones, la combinación del trazado con las impresionantes vistas nos dejó a todos boquiabiertos. Ya estoy deseando volver a pasar por esta carretera: ¡Qué maravilla!




Al llegar a Hornos de Segura volvimos por un itinerario que ya hemos hecho en otras ocasiones, rodando junto a la carretera del Tranco de Beas hasta llegar a la presa, donde paramos a tomar un refrigerio. También daba pena ver tan vacío este pantano. Desde allí al Charco del Aceite a darnos un refrescón en sus frías aguas, antes de parar a comer en Villanueva del Arzobispo, donde paramos en el complejo Las Delicias. Un lugar muy recomendable. La comida, el trato y la atención de 10.

Desde aquí sólo nos quedaban poco más de 200 km hasta casa. Nacional 322 hasta Úbeda y vuelta por el mismo itinerario que el día anterior para poner fin a esta ruta de unos 890 km en dos días. Paisajes sorprendentes, localidades preciosas, carreteras de ensueño y una compañía estupenda que hace que apreciemos todo lo anterior mucho más si cabe.
Nos vemos en la carretera
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